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Mostrando entradas de 2014

Manual del periodismo hipócrita

A todas las personas les gusta confesarse. Aún al más duro, a los que rehuyen a un par de preguntas, a esos que ven un periodista y ponen cara de estar frente a una plaga. A esos más que a nadie les gusta hablar. Toman una actitud de cerrado hermetismo y te retan con la mirada, te observan de arriba a abajo midiendo cada gesto. Ellos construyen un camino minado y si das un paso en falso, saltan de la silla ofendidos. Pero pasa, y pasa con todos, que nos gusta que nos escuchen, nos gusta sentirnos comprendidos, nos gusta que nos den la razón y ¿por qué no? Nos gusta sentir que somos importantes. Todos tenemos un ego, solo que en diferentes dimensiones. En ese momento el periodista hace su trabajo. Lo importante no es el lápiz o papel o la grabadora, la herramienta indispensable es la paciencia. Esperar, escuchar y esperar. Esperar a preguntar lo que quieres saber, no lo que el entrevistado te quiere decir. Es muy fácil contar las victorias, otro caso son las derrotas. Y mien

Celópatas anónimas

-Yo ya me curé, ya no hago eso. Yo antes a mi novio le revisaba todos los días el teléfono, ahora no. Dice una amiga fumando un cigarro tras otro, como una de esas personas que salen limpios después de cumplir todos los pasos de Alcohólicos Anónimos. No sé si es una mala costumbre, pero cuando conozco a alguien, una de las primeras cosas que le pregunto es si es celosa. -Un poquito. -Lo normal. Después me entero que lo "normal" es un interrogatorio que dejaría pálido al FBI. -¿Y por qué estás conectada al whatsapp y no me escribes? -¿Con quién hablas? -¿Quién es esa que te escribió? -¿A qué hora vas a llegar a tu casa? -¿Por qué llegaste a esa hora si me dijiste otra? -Te llamé y no me atendiste al segundo repique ¿qué hacías? -¿Por qué el teléfono está en vibración? -¿Y por qué ella te saluda con un beso? No es que tengan algo concreto en la mano, es que tiran a pegar algo que consideran verdad o al menos dejar una advertencia. -¡Qué yo no me entere que le hag

Yo le tiré un sostén a Ricardo Arjona

Forjar una imagen de oveja negra en la adolescencia no es tan complicado. De por sí, tener quince años es una tragedia de hormonas y rebelión hasta en la forma en que desayunas. Mantengo una premisa infalible, si no expulsaste toda esa química de inconformidad  y odio en la primera etapa de tu vida, si fuiste la persona que tu madre ponía como ejemplo, en algún momento estallarás y hacerlo de adulto es más doloroso. Mi mamá decidió, según su presupuesto, inscribirme en "La Ratonera", un liceo que albergaba los próximos antisociales del país. Las instalaciones eran tan pésimas, que un día cerramos con llave los salones porque el agua de las pocetas circulaban libres por el patio de recreo. Las clases se cancelaban por el mínimo percance, los profesores tenían miedo de nuestras acciones y si alguno de nosotros alzaba la voz, nuestros educadores agarraban sus carros y se iban a sus casas. ¿Qué hacíamos en esos tiempos muertos? Los chicos tomaban y bebían en la cancha múlt

Mi peor-mejor enemiga

-¡Tengo ganas de vomitar! -¡Ni se te ocurra! Sofia dile que no se atreva a vomitar el carro. -Mawa, ¿quieres vomitar? -No, ya se me pasó. Pongan La Lupe. -No voy a poner La Lupe... -Quiero escuchar La Lupe, La Lupe, La Lupe. Pongan La Tirana. -¡Coño! ¡Borracho no es gente! No hagas un show aquí. Rosana me odiaba, lo sabía, porque el sentimiento era mutuo. La pareja de mi ex pareja Sofía, me tragaba en píldoras amargas porque no le quedaba de otra. Sofía le había dejado en claro que nuestra amistad después una relación de casi siete años, estaba blindada contra pataletas de celos. Pero esto no detenía las malas miradas que nos dedicábamos, cada vez que estábamos juntas. Como tenía oportunidades de ver a Sofía, no perdía tiempo en hablar mal de su pareja, de puntualizar lo malo, pero mi ex novia estaba clara en algo, el respeto lo pedía de lado y lado. Para poner a prueba nuestra resistencia, me buscaba con su novia hasta mi casa para tomarnos algo. No solo estuve a punto de

Lo siento amor, lo nuestro no puede ser

Me he enamorado tres veces y uno de esos amores de entrega total es para el periodismo impreso. Con permiso de las dos maravillosas personas con quienes compartí los mejores momentos, el periodismo ha sido el más intenso y el más ingrato. Todos me advirtieron antes de entrar en esta relación, que no me convenía, que no valía la pena. Pronosticaron que al año íbamos a romper porque el periodismo demanda mucho y da poco, y en una pareja los dos deben entregarse por igual. Pero alguien enamorado no escucha consejos. Me entregué con las condiciones impuestas de antemano: mi tiempo será solo para ti, mis energías las dedicaré a escribirte bonito, soñaré despierta para tratarte mejor. Desde el inicio, este idilio me puso en situaciones arriesgadas, en momentos de tensión que me inyectaban una dosis de adictiva adrenalina. Me puso cara a cara con mis miedos, me retó en mi paciencia y me dio cachetadas de humildad y sabiduría. Mientras más busco conocer el periodismo menos lo comprendo

Esto no es Disneylandia (Mi novia imaginaria)

Mariana, mi novia imaginaria, la tienen que conocer porque es una belleza. Tiene un cuerpo que deja sin palabras. ¡Claro! Es que nos conocimos en el gimnasio, yo estaba pasando un despecho y pedaleaba esa bicicleta con tanta fuerza como odiaba a mi ex. Así fue como conocí a Mariana, mi novia imaginaria. Entre repeticiones para mantener las nalgas firmes y flexiones de pecho, nos miramos entre el sudor y surgió una química sexual. Un día, salimos más temprano de lo normal y mientras esperábamos que nos fueran a buscar intercambiamos teléfonos y miradas pícaras. No pasó mucho tiempo y nos invitamos un café, una cena, besos en su carro y escapadas a hoteles cercanos. Mariana, mi novia imaginaria es perfecta para mí. Es ingeniero mecánico con un postgrado en Argentina, tiene apartamento, es inteligente y una edad acorde con las mentiras que creaba. Lo único en que fallaba mi novia imaginaria era su pareja: diez años de monótona relación. Me prometía que la iba a dejar, pero yo no

Esto no es Disneylandia

No sé como terminar con ella. He pensando en tantas maneras que llego a la dura conclusión que de la forma en que lo haga, a ella no le va a importar. Invoco al insomnio para encontrar salidas malévolas a mi venganza final. Un punto y aparte que deje un odio malsano, un rencor eterno. Quiero dejarla para dar el empujón final a este precipio que es nuestra relación. Un año de insidia no debe pasar por alto y con esto resuelvo la fecha, será en nuestro aniversario de doce meses de mal amor. Quedar como la mala no me quita el sueño, al contrario, me da ánimos para borrar el sentimiento amargo de la traición. He pensando en esto: otra mujer, una amante, dejar rastros de pinturas de labios en sitios estratégicos, o mensajes comprometedores en mi celular dejado al descuido. El problema es que no encuentro a esta oportuna cómplice para mis planes. Descarto inventar una novia imaginaria, no encuentro la ecuación para conquistarme, además que me parece una solución patética. Armar una

Mi hermano

De un solo jalón dejé marcas de mis uñas en su cuello. Él, podía responder con igual saña, pero se dio la vuelta y me dejó mal herida en mi orgullo. También nos hemos batido a duelo de puños cuando nadie nos veía. Al principio yo era la ganadora, pero el tiempo le ofreció la altura, peso y fuerza suficiente para dejarme boca abajo en tres movimientos. Mi hermano y yo nos llevamos ocho años de diferencia, pero ese abismo en edad es mínima en comparación con nuestros caracteres tan opuestos. Dos personas tan distintas no pueden ser familiares. Mientras yo exploto en escenas de frustración, él toma los problemas de frente y los debate en una lógica a prueba de entuertos, tiene una inteligencia libre de asombros incómodos, conoce el punto exacto para dejar en el aire un silencio elegante, cocina bien con pocos conocimientos, ayuda sin quejarse y salva vidas. Lo que yo considero una desventaja en él, para otros es lo contrario: mi hermano es un perfeccionista nato. La ropa, los zapat

Money, money, money.

Miami es un cajón de edificios de cristales, que devuelve el reflejo paradisiaco de una excesiva pujanza y de un no parecerse a nada, solo un trópico común para albergar a inmigrantes latinos. Miami también es una enorme vitrina, una ciudad vitrina donde sus habitantes se muestran al semidesnudo mientras toman un sol triste sin playa, en South Beach. A unos cuantos kilómetros de carreteras aburridas y monótonas, Orlando tiene el encanto de ser la tierra prometida, de los parques temáticos más divertidos del mundo, donde las princesas con idénticas sonrisas saludan por horas sin despeinarse. Pero lejos de eso, Orlando es un pueblo prefabricado, donde una casa es la repetición de otra, sin más señas que un Taco Bell como división. Tener dinero no es una necesidad, es una obligación. Estados Unidos debe ser el único país en el mundo con un mantra especial, "Money, money, money". Lo supe cuando fui a comprar un paquete de cigarrillos y una cerveza Budweiser en una estación

Historia de un cansancio

Llamada uno. -¿Señora Fabiola? -Sí, ¿Quién habla? -Mawarí Basanta, periodista. -¿Qué desea? -Sé que su hijo fue víctima de bullying en la escuela, la gente de Orgullo Guayana me dio este número, me interesaría... -¿Ah? ¿Esos invertidos? -Ellos me explicaron que su hijo sufrió... -¡Mi hijo no es gay! ¿Entendido? -El trabajo no va enfocado hacia allá. -No es invertido, no me llame más. Llamada dos -Marisela, es Mawarí. -¿Tú otra vez? -Estoy interesada en el tema de las chicas prepagos. -Mis chicas no son prepagos. -Disculpe, ¿cómo las llamo? -Acompañantes. -Bueno, sobre el tema de las acompañantes. ¿Va a darme la declaración? -¿Tú lo quieres es destapar una olla? -¿Hay una olla? -Mi marido trabaja en la policía ¿sabes? -¿Y qué me quiere decir con eso? -¡Qué trabaja en la policía! Saca las conclusiones que quieras. -Ok. Tomaré eso como un no. Llamada tres -...Y me encantaría entrevistarlo sobre su valiosa labor como gallero. -¡Cómo no! ¿Puede venir mañana? -Exc

Las suegras (I)

Nadie está preparado para las catástrofes, podemos aprender la teoría pero jamás será igual a la práctica. Nada se compara con estar en la zona de guerra, tomar el fusil y conocer a la suegra. No hay momento más paralizante y terrorífico que ese, yo preferiría una tortura china, una huelga de hambre, tirarme al mar infectado de tiburones, que ver esa mirada de escrutinio, de asco mal disimulado, de preguntas inquietantes sobre tu pasado, presente y futuro, esa mirada de reconocer a la persona con la que tu hija se pierde en las noches. Prefiero caminar sobre brasas ardientes mientras bailo una bachata. Pero es inevitable, en algún momento llegará ese famoso día, si ustedes creen que es difícil, imaginen algo más, eres gay y vas a presentar a tu pareja como un amigo más, en mi caso una amiga. Primero, los papás están vacunados contra las mentiras y conocen el mínimo gesto que haces, huelen el miedo desde el momento que dices, mira mamá está es... Lo saben, lo presienten, pasaron e

Club de testosteronas

No puedo mirarla a la cara, es imposible. -Son nuevas. Me dice un amigo al oído. -Lo noto. -¿Cómo cuanto calculas que son? -Unos 500 cc. -¿Te das cuenta que no tiene sostén? -Ujum...También lo noté. ¿Cómo eran antes? -Aquello daba lástima Mawa. -¡Qué maravilla la cirugía plástica! -¿Ya te pidió que se las tocaras? -¡Apenas la conozco! -No importa Mawa, esa está tan entusiasmada que quiere que todo el mundo las toque. Yo lo hice. Le regalo una mirada de sorpresa. -¿Y? -Duras. -Nunca he tocado unas tetas de silicona. -Tranquila que ella te lo va a pedir. -¡Estás loco! Es la primera vez que la veo. La chica estaba celebrando con amigos y yo -la única desconocida para ella- su recién firmado divorcio. Tenía esa mezcla de fingida alegría con despecho de una mujer que se montó las tetas falsas para atrapar a un marido, se cortó y pintó el cabello para llamar su atención, dejó de salir porque el tipo era un celópata. Hizo lo que pudo y más, ¿para qué? Para que su esposo l

El accidente (y II)

Tengo el pantalón, la blusa y las manos llena de grasa, mientras mis dos amigas están sentadas al borde de la acera comiendo unas papas. Uso una llave en cruz para sacar los tornillos del caucho, como no tengo fuerzas en las manos trato de sacarlos saltando sobre la llave, mientras pienso en mi triste realidad. -¿Por-qué nun-ca a-pren-dí a cam-biar un c-a-u-c-h-o? ¿POR QUE? -Mawa, llama a Gabriel otra vez. -Olvídate de Gabriel. -¡Ay chama no van a violar! -Parece que quieres que nos violen. -¿Tú sabes lo peligroso que está el país? ¡Son las tres de la mañana! -Coño, pero dejen de nombrar que nos van a violar. Piensen en positivo. Silencio, sigo golpeando la llave hasta darme cuenta de algo. -¡Ahora si estamos jodidas! -¿Qué pasó? -Estoy ajustando los tornillos en vez de sacarlos. -¡Ay no, no, no! Necesitamos un hombre. Mi otra amiga dejó de comer y saltó con furia. -Voy a buscar a alguien que nos auxilie. -¿Estás loca? Tienes una minifalda, así si te van a violar. -No

El accidente

Este cuento va por la mitad de esta manera: son las tres de la mañana, estoy en una calle oscura cambiando un caucho y a mi lado están dos amigas -Nos van a violar. -Voy a apurarme, pero confieso que nunca he cambiado un caucho. -Nos van a violar Mawa. Y la otra se mete. -Nos van a matar. -No, nos van a violar. -No marica, nos matan a esta hora, nos matan. -¡Ay Dios Mío! Nos van a violar y a matar. -¡Coño se pueden callar las dos? Tengan valor, sean mujeres grandes y ayuden a sacar el caucho de respuesto. Silencio. Las dos se echan a llorar. -Vamos a llamar a Gabriel, él es el único quien nos puede auxiliar a esta hora. El cuento comenzó así: nueve horas antes del accidente, dejo todo limpio en la casa y me acerco a mi mamá. -Mamá, ¿Te cortaste el cabello? -Hace una semana atrás. -Te queda lindo...¿Me puedes prestar el carro? -No. -Mamá por favor, es una reunión importante vamos a despedir a unos amigos que se van a Canadá. -¿Qué amigos? -No los conoces. -Te llevo.

El closet

-Mawa, ya es definitivo...salí del closet. Miré a mi amigo sin pestañear y traté de no decir ni una palabra. Calculé que tenía encima unas doce cervezas, aprovechó la intimidad de este balcón y me tiró en cara lo que siempre había sospechado. Su sexualidad era un tema que discutíamos entre sus amigos más íntimos mientras él estaba ausente, no le conocíamos novia, ni el mínimo interés por las mujeres. Mis amigos me encomendaron la misión de preguntarle directa o indirectamente lo que le gustaba en la cama. En pocas palabras, me lanzaron al vacío para realizar el trabajo sucio. En los tres años de amistad dejé caer puntas o pequeños comentarios mal intencionados para probarlo y lograr sacar una confesión. Pero mis intentos fallaban una y otra vez. Mi amigo tiene una manera de esquivar el tema que asombraría a cualquier político, puede sin problemas, cambiar una conversación sobre citas románticas con chicas hasta llevar la charla  a un análisis sobre los elementos químicos más ut

Ritual de apareamiento (y II)

Me recuesto en el sofá. Calculo que son las seis de la mañana porque un rayo de sol impertinente entra por las amplias ventanas. No me importa estar en una casa ajena, mucho menos me aturde el sonido de las otras personas. Risas, música, todo se mezcla. -Nena, ¿estás bien? -Sí. -Nos vamos a meter en la piscina, ¿vienes? -No, quiero dormir un rato... -Por cierto, tu amiga te está buscando. -¿Quien? -La que tiene pareja. -Dejame dormir... Caigo en un letargo ligero, me siento cómoda, segura y cálida. Sueño con litros de agua y yo estoy ahí, nadando en medio de la gente, completamente desnuda, me siento libre y en sueños unas manos me tocan. Insistentes, ágiles. Demasiado perfectas para ser un sueño y despierto de golpe. -¡Shhhh! Tengo que acostumbrarme rápido a lo que está pasando, porque ella está encima de mí. -Para, para... No me deja terminar la frase porque me regala un beso eterno y yo estoy apenas despertando. No tengo nada mas inteligente que decir, que una exc

Ritual de apareamiento

Un toque de irresistible de Givenchy. Pantalones ajustados. Un escote mal disimulado. Tacones, labial rojo, ojos negrísimos. Estaba lista para la fiesta. La invitación prometía gente de toda la jungla de esta ciudad, desde artistas drogadictos hasta abogados con poca ética. Mujeres maduras en busca de aventuras, niñas fresas muy curiosas, divorciados, swingers y solteros como yo. Lo que saldría de esa noche era una ganancia, porque el momento prometía una noche entretenida y diferente. No me equivoqué. Llegué dos horas tarde, como apunta el manual de buenas costumbres del venezolano y la casa estaba a reventar. Lo primero que noté fue el exceso de silicona en menos de tres metros cuadrados, vestidos minúsculos como para imaginar donde estará el resto de la tela y abundantes músculos propios de pinchazos de esteroides. Pensé que esta gente estaba en las grandes ligas. Estaban más preparados para impresionar que cualquier otro, yo por ejemplo, y me sentí un poco fuera de lugar

Harry Potter y la maldición de los ex (El final)

Por mucho tiempo pensé que lo mejor era quedar bien con los ex. Sentía que era una forma de ser madura en estos tiempos, demostrar que se podría sobrellevar un final de manera elegante. En muchos casos lo intenté y llegué a una conclusión reveladora: no se puede. Es simple, es verdad eso de que en una relación siempre hay alguien quien ama más y cuando una relación llega a su fin, el primero en buscar una amistad, es el menos quiere. Porque para esa persona es muy fácil desligar el sentimiento de la persona, porque nunca sintió tanto como el otro. ¿Quién en su sano juicio quiere escuchar sobre la nueva pareja de su ex? Ponerte en una situación donde tengas que escuchar que esa persona es feliz con otra, tener que tragar y masticar lo bien que le va en situaciones que contigo no disfrutaba. Y en esos experimentos, en la mayoría de los casos, cuando se intenta una amistad, todos caemos en el "último polvo". Ese momento estúpido para demostrar lo bien que nos desempeñamo

Harry Potter y la maldición de los ex (II)

-¿Qué saben de ella? -¿De quién Mawa? -No se hagan las locas...de mi ex. -Está muy enamorada, está buscando casa para vivir con su pareja. Yo la veo feliz, muy feliz. -¡Me alegro! -¿Si? No, por supuesto que no me alegraba. Quería que me dijeran que la estaba pasando mal, que no me había olvidado, que preguntaba por mi. Me hubiese gustado escuchar un simple, "te sigue amando" ¿es mucho pedir? -¿Cómo se llama la pareja? -¿Para que quieres saber Mawa? -Curiosidad. -Se llama María. ¡Rayos! María es un nombre muy común para buscar en internet. -María ¿qué? -No te vamos a decir. Averigua. Y eso hice. Mi ex pareja no tenía una obsesión por las redes sociales como yo. Su última publicación en Twitter tenía fecha de hacía un año atrás, así que me dediqué a investigar uno a uno a sus quince seguidores. Descarté a varios hasta que quedé con dos posibles candidatos que tenían cuentas en Instagram y ¡bingo! Di con la bendita María. El descubrimiento fue un puñal doloroso

Harry Potter y la maldición de los ex (I)

-¡Hola Mawa! ¿Te acuerdas de mi? -No, lo siento. -Soy Angel. -¿Angel quien? -Ángel...tu ex. ¡Oh por Dios! Debería existir una ley universal que prohíba y condene a años de cárcel, a esas ex parejas que salen del hueco del olvido. Esas que diez años después o más, lleguen como Ángel a recordar situaciones bochornosas que guardan en su selectiva memoria. -¿Recuerdas ese día que estábamos solos es tu cuarto y tú bailabas una canción de Madonna? Tenías puestos tus pantaloncitos favoritos. -¡Ah si! Lo recuerdo. Mentira. Trataba de ser amable ante una situación que me agarró totalmente desprevenida y en voz baja maldije las redes sociales. Las redes sociales están ahí para dejarte al descubierto y son una puerta libre para dejar entrar a extraños y conocidos y como yo tengo un blog, una cuenta en Twitter, Facebook, Instagram, Badoo, Sonico y cuanta vaina salga, es muy fácil seguir mi pista. Ángel no fue el único quien con una simple búsqueda en Google dio conmigo, lo mismo pasó

¿El día de mi suerte? (No, no)

-Nena, tengo a alguien que te quiere conocer... -No, Laura. La última vez que me presentaste a alguien, tuve que calarme a la tipa con su novio que quería salir en el periódico. -Pero esta es diferente... -¿En qué? -No tiene novio. -¡Al menos! -¿No dices que lo único que te levantas son hombres? -Si chama, estoy harta. -Es porque ahora estás transpirando puro aroma femenino. Estás en tu etapa de mujer. -Si. Estoy que me corto el pelo, me pongo ropa de hombre y me visto con los colores de la comunidad gay y lesbiana. -No exageres. ¡Es esa!...La que no deja de verte. -No es fea... -¿Te la presento? -Será...Pero no estoy de ánimo. -Vas a ver que te gusta...¡Daniela ven acá! Actúa normal Mawa... -Ya ni sé lo que es actuar normal... -Sé tú misma.. -¡Ajá! -Daniela, ella es Mawarí...Me voy que me llaman... -¡Hola! ¿Así que eres periodista? -Sí, pero no quiero hablar de eso. -¿De que quieres hablar? -No sé, de otras cosas. Nada del trabajo. -Lo entiendo. ¿Te gustan las m

¿El día de mi suerte?

-¡Háblame de tu amiga! -¿Cuál Mawa? -La de los labios tipo Angelina Jolie. -¡Ah! ¿Marta? -Yo soy muy de labios... -Y de tetas y culos... -¡Si hablas paja! -¿Qué quieres saber de ella? -Estado civil, profesión, preferencias sexuales. Tú sabes, lo básico. -¿Por qué no se lo preguntas tú? -¡Estás loca! Yo soy muy tímida. -¡Sí claro! -Además, si te lo pregunto a ti es porque quiero saber si existe alguna oportunidad. -Sí, nena. La tienes -¿Si? ¿Es bisexual? -No sé, pero es de esas que se resbalan fácil. -¡Ah no! Pero tampoco me gustan así. -¡Si eres exigente! -No chama, pero me gustan las cosas difíciles. -Pero creo que tienes oportunidad... -¿Por qué lo dices? -Me preguntó por ti y cuando le dije que eras periodista se volvió loca. -¿En serio? -Al parecer esa profesión es un gancho. -¡Me entero! -¡Ujum! Debe ser por eso de que ustedes están metidos en la candela, luchan por la libertad de la expresión, son como unos héroes. -¡Qué bien! Mira, por fin le puedo saca

Yo vi El Guardaespaldas en el cine

A los 15 años era un alma descarriada que solucionaba todo a los portazos. Mi mamá no sabía que hacer conmigo, cuando quería darme una orden y yo no estaba dispuesta a obedecer, me sometía a una huelga de hambre silenciosa. Era una lucha de poderes en donde mi papá intervenía solo para apoyarme, eso molestaba más a mi mamá. En unos de esos veranos, decidió descansar de mí y me dejó en casa de mi abuela por un par de meses, porque con ella era diferente. No estaba tan equivocada. Mi abuela vigilaba el más mínimo movimiento, prohibida salidas y bueno, tampoco había mucho que hacer en un barrio perdido de Ciudad Bolívar. El máximo entretenimiento era buscar la forma para espantar el calor y yo lo encontré con un par de hermanos. Ezequiel y Migueangel eran tan diferentes que no parecían parientes. El primero era un rubio, con ojos marrones claros y con maneras tranquilas y pausadas. El segundo un moreno alto, de mirada pícara y mucha labia. A mi me gustaba Ezequiel, pero era tan

Un cuento de película

Ahí estaba yo, a las dos de la mañana, anotando en un cuaderno las preguntas para mi futuro entrevistado. Era un actor, director y guionista extranjero, dueño de películas que admiro, algunas de ellas con los mejores diálogos de comedia intelectual. Así que debía manejarme con total seriedad para que no se me escapara demasiado mi fanatismo. Además de eso, el tipo tiene un poco más de cuarenta años y se ve muy bien. Quería llegar al punto de sorprenderlo con preguntas diferentes y comentarios sobre la psicología de sus personajes. Confieso que estaba nerviosa. En la mañana lo encontré cómodamente sentado en una de las sillas que rodeaban la piscina. Llegué con mi mejor sonrisa y la petición de unos minutos. El aceptó encantado y comencé a disparar mis casi intelectuales preguntas, anotadas a la luz de la madrugada. El actor me respondía con monosílabos, un poco perdido y pensé que lo estaba haciendo muy mal. Fue en el momento que miré la libreta como un salvavidas para llegar

Un poco de ética

¡Oh querida y manoseada ética! Si hay algo que he aprendido en el oficio de periodista, es que no debe faltar en tus manos un lápiz y en el cerebro y corazón, la ética. No existe ninguna otra profesión que utilice tanto esta palabra, como un estandarte de causas perdidas y guerras por librar. ¡Oh querida y mal utilizada ética! En estos tiempos, en la Venezuela convulsiva y atorada post Hugo Chávez, la ética más que nunca se ha convertido en un instrumento de manipulación. Lo descubrí después de ganarme un premio como periodista cultural y una conocida acotó un punto interesante, "los premios deben ganarlos periodistas que se destaquen por su e-ti-ca". Sé que el comentario no iba dirigido directamente a mí, pero no pude dejar de sentirme ofendida, en especial, porque conozco su radical tendencia política opositora. La transparente estatuilla me la entregó un gobernador afín al proyecto de Chávez, así que supose que por allí iban los tiros. Para esta conocida, lo ético

La peor cita a ciegas de la historia

El dolor de cabeza es insoportable. Son golpes constantes y repetidos que me recuerdan, no la borrachera de la noche anterior, son aguijonazos de malos recuerdos, con una única culpable: yo y como siempre yo. La cita era una de esas, a media ciegas, porque ella ya había revisado mis redes sociales y aprobó con un punto en positivo, mi peso, mi edad, mi cara y mi profesión. Yo había hecho lo mismo con ella, pero lo más importante no era eso, habíamos hablado por teléfono por más de dos horas y la información más reveladora cayó como un balde de agua fría. Ella estaba saliendo de una relación tormentosa, trabajaba con su ex y sobre todo, todavía la amaba. No dudé en decirle que no estaba interesada en ese negocio de alto riesgo. Meterme una vez más en una relación con fantasmas del pasado era algo así, como recibir un cheque gordo sin nada de fondos. Ella cambió el discurso, juró que la había superado, que en su teléfono no quedaban rastros de su presencia, que necesitaba una nuev

¡Bienvenido! Son 100 historias

El 31 de marzo del 2013 decidí abrir un blog con el nombre "Te voy a echar un cuento". Confieso que no tenía ni idea del rumbo que tomaría esas letras, nada estaba planificado, ni calculado. Tampoco sabía si la fiebre de escribir sobre mi vida iba a durar dos entradas o sería constante, pero todo se dio de manera espontánea. Capítulo a capítulo fui desnudando aventuras, pensamientos dispersos, malos momentos, muy buenos recuerdos hasta que caí en cuenta que estaba con el alma sin ropas. Mi intención nunca fue ganar pleitesías o colgarme inútiles honores, lo contrario, si contaba algo era para mostrar la luz y aunque suene doloroso, mi oscuridad. No fue nada fácil. No hubo ni un capítulo en este blog que me dejara indiferente y al momento de lanzarlo a mi cuenta en twitter siempre, me temblaban las manos. Algo -mi sentido práctico quizás- me gritaba que no lo hiciera, que dejaba mucho al descubierto, que no era necesario, pero si han leído algo de mí, deben saber que me

La villana (y II)

Lloré. Tenía una semana soportando un ambiente opresivo en el trabajo, donde los bandos se inclinaban a su favor. A cualquier hora que llegaba encontraba a mis compañeros concentrados en sus cuentos de amargura y dolor, mientras pedían a gritos que continuara escribiendo la novela y la animaban con palabras de melosa compasión. Mi molestia cayó sobre ellos. No porque los consideraba mis amigos, lo contrario, sino porque sabía que tampoco eran sus amigos y esa nueva protección que le prodigaban era por puro morbo. A pesar de todo el daño, se lo advertí y ella tomó mis palabras para ponerme delante de todos en una peor situación. Muy pocos me hablaban. Y en el punto más álgido de este melodrama, ella afiló sus uñas para botar todo el rencor, me tiró en cara todos mis puntos débiles e inventó los propios. Comentó de mi problema con el alcohol, me llamó puta, chula, buena para nada, drogadicta y llegó al extremo de meter el dedo en la llaga con un comentario fuera de lugar. -Menos

La villana (I)

Dicen que las historias solo las escriben los vencedores. -Nena, tú tienes un blog debes saber de eso. -¿Crees que me retrato como una heroína? -¿Lo haces? -Si paso las páginas, no. No estoy quedando muy bien parada. -Te falta una por contar. -Me faltan muchas... -Pero hay una... -No, esa no. Prometí no escribir sobre ella. -¿Porque quedas mal? -No. Porque la odio. -¿Después de todo este tiempo? -Sí y escribir sobre ella es alimentar su maldad. -Pero al final saliste ganando Mawa... -Ganar no es la palabra. -La viste caer. -Y duro. -¿Te alegraste? -Fue una mezcla de sentimientos extraños. -¿Qué hiciste ese último día? -Canté en voz alta... -¿Sobre su cadáver? -Y sobre sus patadas. Dicen que las historias solo las escriben los vencedores y ella, abrió una ventana pública para desahogar un vil despecho. Lo supe un fin de semana en una reunión con mis amigos, cuando a las once de la noche me llegó un mensaje urgente. -Están escribiendo sobre ti y es feo. No tardé

Frío en la piel

Caracas anochece con una gripe fría y estornudos de viento helado. Una de esas ráfagas levanta mi vestido, eriza mi piel y abandono la copa de vino blanco en el filo del balcón. Veo a esta Caracas a punto de dormir en lo alto de un hotel cinco estrellas, mientras pienso en el éxito, mientras rememoro una y otra vez las palabras de mi mamá. -Estás en tu mejor momento ¡Disfruta! A mis 34 años estoy en mi mejor momento, según sus palabras y puede que sea verdad. Tengo la libertad en mi trabajo de escribir lo que me da la gana, mis jefes apuntan buenas críticas, me llegan correos de felicitaciones por lo que hago, preparé mi cuerpo para estar sano y ahora estoy en Caracas tomando una copa de vino, después de degustar una cena impronunciable. El éxito, ese éxito está compuesto por pequeños detalles. Por la atención de abrirte las puertas cuando entras a un sitio, por la temperatura correcta en tu bebida, por las palabras y las miradas que me regalan llenas de emoción. También el éxi

Lo prohibido

-¿Quieren ir a un sitio prohibido? La invitación del novio de mi amiga cayó como una provocación en una noche de fastidio en Mallorca, España. Entre cuatro personas habíamos consumido las suficientes cervezas para tomar sus palabras con una chispa de ánimo que nos activó a todos. -Pero eso sí, el sitio es caro. -¿No lo es todo lo prohibido? Respondí mientras me vestía con lo mejor que tenía en mi maleta y apartando unos 150 euros. El local se llamaba "The Sex" y ya el nombre decía todo. Quedaba en una zona frecuentada por alemanes y gringos, una frontera donde corría sin control las drogas, el alcohol y por supuesto el sexo. En el camino nos bebimos entre los cuatros una botella de vino barato y otras cervezas, yo empezaba a ver doble y me sostenía de la mano de mi mejor amiga. En un momento los perdí y un tipo se plantó frente. -¡Hi! ¿Where is the sex? -¿What? -¿The Sex? -¿Do you want sex? -¡Oh yes! Sé me salió lo latino y también la borrachera. -¡Qué te vaya

El cadáver

El impacto de ver ese cadáver tirado como un muñeco de trapo en una cama metálica, fue mayor que el olor a muerte. Estaba desnudo con una cicatriz que le recorría la mitad del cuerpo, testigo de dolencias mayores, de malos tiempos que terminaron en esta sala de una funeraria. Me siento mal, me acerco con cautela, porque este desconocido es el reflejo de mi papá moribundo en la cama de una clínica. Leo el acta de defunción, este hombre también murió de un cáncer de próstata. Me sostengo del filo de una mesa, ¿qué hago aquí? -Si quieres te pones una mascarilla. Me dice con dulzura el preparador de cadáveres. No entiende y no quiero explicarle que ese tal José Guiterrez, a quien nunca había visto en mi vida, era el fantasma de mi papá, ese tal José tenía la misma camisa desgastada y el pantalón roto mal cosido con los hilos de la pobreza. Ese tal José a quien nunca vi sonreír, llorar, cantar o saltar de alegría tenía que prepararlo para su último paseo delante de las personas, per

Dos policías y una homofobia

Fue un simple beso, con una pizca de pasión, con un mal disimulado deseo que duró hasta que una fuerte luz transpasó el vidrio delantero del carro. Ella había estacionado en un sitio oscuro, un poco alejado del parque, y entre una cosa y otra nos besamos, nos alumbraron con una linterna y nos mandaron a salir. Ella dio los papeles del carro. -¿Usted es la dueña? -No. Es de mi papá. Los dos policías revisaron los papeles como si delante de ellos tuvieran un cadáver descuartizado. Decidí abrir la boca. -¿Algún problema con los papeles oficial? -No. El problema son ustedes. Las vamos a llevar detenidas. -¿Por qué? -Están cometiendo actos lacivos en la vía pública. -¿Un beso es un acto lacivo? -Si, porque son dos mujeres. -¿Perdón? Mi temperatura subía rápidamente. -Son dos homosexuales. -¿En que parte de la ley dice que usted me meta a la cárcel por besar una mujer? -No es correcto y a mi no me parece ¿tiene algún problema con eso ciudadana? -Pues fíjese que sí oficial,

El clavo (Si, esa soy yo)

Podría enumerar sin equivocarme los defectos físicos que ella me recordaba constantemente. Estaba gorda, debo aclarar que ella tampoco era flaca, pero bueno estaba gorda. Había un problema monumental con mi cabello, porque ella odiaba como lo tenía, así salvaje al natural. Debo recordar, o recordarme, que en el momento en que ella me buscó para ser su novia todo era perfecto, en físico, mente y corazón. Pero al momento en que ella pidió ser mi novia y yo acepté, el cambio de actitud no tardó. Sigo enumerando, estaba gorda, me pidieron que cambiara mis dientes, el cabello por supuesto, la forma de caminar, la ropa, los gestos y creo que no se me olvida nada. En un momento la poca autoestima que tenía me ahogaba de angustia. Al mirar atrás me sentía la mujer más fea del mundo, nada de lo que hacía complacía esta relación, tanto fue así mi desespero, que empecé a suplicar. Si, así como lo leen. Suplicar. Pedir que me dijeran que estaba bonita, demandar un poco de atención, sin pe