Ir al contenido principal

El accidente

Este cuento va por la mitad de esta manera: son las tres de la mañana, estoy en una calle oscura cambiando un caucho y a mi lado están dos amigas
-Nos van a violar.
-Voy a apurarme, pero confieso que nunca he cambiado un caucho.
-Nos van a violar Mawa.
Y la otra se mete.
-Nos van a matar.
-No, nos van a violar.
-No marica, nos matan a esta hora, nos matan.
-¡Ay Dios Mío! Nos van a violar y a matar.
-¡Coño se pueden callar las dos? Tengan valor, sean mujeres grandes y ayuden a sacar el caucho de respuesto.
Silencio. Las dos se echan a llorar.
-Vamos a llamar a Gabriel, él es el único quien nos puede auxiliar a esta hora.
El cuento comenzó así: nueve horas antes del accidente, dejo todo limpio en la casa y me acerco a mi mamá.
-Mamá, ¿Te cortaste el cabello?
-Hace una semana atrás.
-Te queda lindo...¿Me puedes prestar el carro?
-No.
-Mamá por favor, es una reunión importante vamos a despedir a unos amigos que se van a Canadá.
-¿Qué amigos?
-No los conoces.
-Te llevo.
-No mamá ¡por favor! Te ves tan cómoda con tu tablet, leyendo noticias. Yo puedo ir.
-No.
-Pero ¿por qué? ¿Por qué?
-Tú sabes que no me gusta que manejes cuando vas a beber.
-No voy a beber.
-¡Claro!
-Es verdad. En la fiesta van a llevar ron, sangría, tequila y güisqui. Sabes que lo mío es cerveza.
-No.
-Va a estar Gabriel.
-Bueno sí va Gabriel, te lo presto. Ese muchacho es responsable.
El cuento continúa así: Gabriel mezcló con ganas una combinación letal de media botella de ron, cuatro pases de tequila, tres vasos de güisqui y unas cervezas.
En un momento se levanta de la silla y empieza un baile torpe con el tema Let it be de The Beatles.
Levanta las manos y tumba una lámpara, agarra la guitarra y asume poses de metalero, se ríe sin sentido y grita como un desenfrenado.
-¡VAMOS A QUITARNOS LA ROPA!
El cuento termina así: Llamo a Gabriel para que venga a auxiliarnos.
-¡Alo! Gabo, es Mawa.
-¿Quien?
-Mawarí.
-¡Holaaaaaa! ¿Por qué me llamas si estás aquí?
-¿Aquí donde?
-En mi casa.
-Gabriel nos fuimos hace media hora de tu casa, ahora estamos accidentadas en Los Mangos, choqué el carro contra una acera y se espichó un caucho.
-Ummm...¿Qué quieres mangos?
-No Gabo, que estoy en Los Mangos.
-¿Hay una rumbita buena allá?
-¡Gabriel estoy accidentada!
-La vida es un accidente Mawa, del cual nadie puede escapar.
-Gabo, ¿puedes regresar a la realidad?
-Let it be, Let it be...
Tranco la llamada.
-¿Qué pasó Mawa? ¿Va a venir?
-Creo que no.
Un llantito ahogado.
-Nos van a violar, nos van a violar.
-No chama, peor. Mi mamá me va a matar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Anatomía de un guayabo (y II)

-No quiero que me malinterpretes. Te pregunté en esa oportunidad si a pesar de conocer todos los ciclos por los que tienes que pasar, desde el momento en que sabes que te enamoraste, hasta el día en que te das cuenta que todo termina, y entras en ese maluco guayabo querías, aún así, a pesar de todo el lío...¿enamorarte? Lo digo porque sin duda, no puedo negarlo, ¡Vale la pena! Sí, sí, no creas que estoy loca. Chama, lo mejor del final, no es que quiera insistir en este sentimiento pesimista, pero lo mejor del final es terminar bien con tu ex. No, creas, pasa mucho y no es malo. O en un caso hipotético al menos no quedar con un sentimiento de odio porque si se da ese caso, quedar herida de rencores, tú serías la perdedora ¿Y no queremos perder verdad? En mi caso, mi última ex me montó tantos los cuernos, que ese debe ser el motivo por el que ahora se me cae más el cabello...¡No te rías! ¡Es verdad! Aquello fue una carnicería del engaño, lo mínimo que ella se merecía de mi parte era que

El fin del caos (y III)

 -No creo que te sirva este pantalón. Me dijo David sosteniendo en la mano un jean de su hermana, dos tallas menor a la mía. -¿No habrá algo más? Tardó un rato más en buscar y esta vez llegó con una larga falda amarilla llena de pliegos, lazos y lentejuelas de colores, una prenda que jamás en mi vida sobria y sensata hubiera utilizado.  No hace falta acotar que este no era el momento más sensato de mi vida. Una vez más. -Pero me la tienes que regresar rápido, es la falda favorita de mi mamá. La tierna advertencia de David junto a su disposición de ayuda, me hizo callar cualquier queja inútil en una situación donde no tenía muchas salidas. Tampoco quería seguir hablando de la noche anterior, pero David me empujaba. -¿Qué le pasó a tu pantalón? ¿Le hiciste el sexo oral a esta chama? Sin él saberlo, las dos respuestas a sus preguntas tenían una relación directa.  Le conté como en sueños me dejé llevar hasta el sofá.  Observé como mi amiga abría las piernas ante mí con sus manos guiando mi

El momento de la despedida o hasta aquí llega esta echadera de cuentos

Yo pensé que esto iba a ser muy fácil. Acaricié muchas veces la idea de llegar a este momento porque estaba loca por cerrar este ciclo que comenzó hace mucho tiempo. Prometí despedirme en la entrada 200 pero los tiempos se fueron alargando y me tocó, como muchos otros, salir de mi país. Al llegar a Lima dejé de lado el blog porque no tenía la paciencia, las ganas y la fuerza de voluntad para seguir empujando las historias. Emigrar me sumió en una especie de depresión pasiva (si esto de verdad existe) y me quitó por mucho tiempo las ganas de escribir, pero esos cuentos son para otro momento. Comencé a escribir por acá, si no me equivoco, en el año 2013.   Lo abrí tiempo después de llegar a Puerto Ordaz luego de vivir 13 años en Maracay, donde me fui a estudiar comunicación social. Llegué a Puerto Ordaz con el corazón roto porque había dejado al amor de mi vida en esa ciudad, con la promesa de regresar juntas muy pronto. Nunca ocurrió. El blog nació como una forma de sacar toda esta frus