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Mostrando entradas de agosto, 2014

El closet

-Mawa, ya es definitivo...salí del closet. Miré a mi amigo sin pestañear y traté de no decir ni una palabra. Calculé que tenía encima unas doce cervezas, aprovechó la intimidad de este balcón y me tiró en cara lo que siempre había sospechado. Su sexualidad era un tema que discutíamos entre sus amigos más íntimos mientras él estaba ausente, no le conocíamos novia, ni el mínimo interés por las mujeres. Mis amigos me encomendaron la misión de preguntarle directa o indirectamente lo que le gustaba en la cama. En pocas palabras, me lanzaron al vacío para realizar el trabajo sucio. En los tres años de amistad dejé caer puntas o pequeños comentarios mal intencionados para probarlo y lograr sacar una confesión. Pero mis intentos fallaban una y otra vez. Mi amigo tiene una manera de esquivar el tema que asombraría a cualquier político, puede sin problemas, cambiar una conversación sobre citas románticas con chicas hasta llevar la charla  a un análisis sobre los elementos químicos más ut

Ritual de apareamiento (y II)

Me recuesto en el sofá. Calculo que son las seis de la mañana porque un rayo de sol impertinente entra por las amplias ventanas. No me importa estar en una casa ajena, mucho menos me aturde el sonido de las otras personas. Risas, música, todo se mezcla. -Nena, ¿estás bien? -Sí. -Nos vamos a meter en la piscina, ¿vienes? -No, quiero dormir un rato... -Por cierto, tu amiga te está buscando. -¿Quien? -La que tiene pareja. -Dejame dormir... Caigo en un letargo ligero, me siento cómoda, segura y cálida. Sueño con litros de agua y yo estoy ahí, nadando en medio de la gente, completamente desnuda, me siento libre y en sueños unas manos me tocan. Insistentes, ágiles. Demasiado perfectas para ser un sueño y despierto de golpe. -¡Shhhh! Tengo que acostumbrarme rápido a lo que está pasando, porque ella está encima de mí. -Para, para... No me deja terminar la frase porque me regala un beso eterno y yo estoy apenas despertando. No tengo nada mas inteligente que decir, que una exc

Ritual de apareamiento

Un toque de irresistible de Givenchy. Pantalones ajustados. Un escote mal disimulado. Tacones, labial rojo, ojos negrísimos. Estaba lista para la fiesta. La invitación prometía gente de toda la jungla de esta ciudad, desde artistas drogadictos hasta abogados con poca ética. Mujeres maduras en busca de aventuras, niñas fresas muy curiosas, divorciados, swingers y solteros como yo. Lo que saldría de esa noche era una ganancia, porque el momento prometía una noche entretenida y diferente. No me equivoqué. Llegué dos horas tarde, como apunta el manual de buenas costumbres del venezolano y la casa estaba a reventar. Lo primero que noté fue el exceso de silicona en menos de tres metros cuadrados, vestidos minúsculos como para imaginar donde estará el resto de la tela y abundantes músculos propios de pinchazos de esteroides. Pensé que esta gente estaba en las grandes ligas. Estaban más preparados para impresionar que cualquier otro, yo por ejemplo, y me sentí un poco fuera de lugar