Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de abril, 2016

Solo para veganos (y II)

Tengo una sensación áspera en mi garganta. Mis manos empiezan a sudar y miro a todos lados en busca de algo, mientras doy pequeños golpes a mi cabeza. Tengo un bajón de nicotina, uno de los más desesperantes. Llevo ocho horas sin fumar y me siento miserable. No me concentro mientras me hablan y tampoco me importa. Podría fumar una colilla de cigarrillo usada por otra persona y sería feliz. Así de mal estoy, así de terrible es este vicio. Me dijeron que no podía fumar en la hacienda y quiero irme caminando hasta el sitio más cercano para pedir un cigarro y un fósforo, pero no tengo que llegar tan lejos. Cuando se dan cuenta que estoy llegando a un estado casi autista, una voz fuera de este mundo me dice. -Puedes fumar, pero en aquel rincón. Sin hablarle a nadie para que medites sobre ese asqueroso vicio. Esa es la regla. Si la condición hubiese sido que tenía que fumar boca abajo recitando el Padre Nuestro, la hubiera aceptado. En pocos minutos calmo mi ansiedad, mientras un

Solo para veganos (I)

Tengo un hambre inmensa desde hace dos días. -Eres demasiado cerebral, piensa con tu espíritu. -Mi espíritu también pide comida. -Mawarí, definitivamente no estás preparada para esto. Nosotros estamos en otro nivel. Por su comentario, quiero clavarle en el cuello el pincho de berenjena, calabacín, pimentón y cebolla que tengo a la mano, pero es mi único almuerzo, así que no jugaré con la comida de ese modo. Tengo dos días encerrada en una hacienda desayunando, almorzando y cenando solo vegetales, de los cuales no tenía ni idea que existía en la naturaleza. -¿Qué es esta cosa? -Esa cosa se llama Chayota. Miro con suspicacia el plato. -¿Y cómo se ve eso en la vida real? -¡Verde! Como todo lo que deberíamos comer. -Necesito carne en vara. Todos voltean y siento pinchazos de malas miradas a mi alrededor. No les caigo bien a muchos, porque he estado comentando en la mesa mis sueños eróticos gastronómicos repletos de carbohidratos, mientras pico mi carne de soya. Mastico la gra

Lejos de ti

Tus lejanas palabras. Suspiro. Suspiras. En ese silencioso espacio me convencí de cuánto te amaba, y tenía que, de una vez por todas, aceptar la derrota. Debía desempacar la maleta que desde hace mucho tiempo estaba preparada, en espera a tu mínima señal para huir de todos y de todo. Ahora estoy aquí, corriendo sola sin rumbo. Lejos de ti, por favor, lejos de ti. Dejaste estas cicatrices expuestas a la luz y el polvo, y no conforme con esto, exprimías sobre ellas la amarga bilis de tu ausencia. Era el momento de rendirse, por favor, lejos de ti. Lo dije y empezaste a llorar, abriendo la grieta de mi duda. -No quiero que te rindas. -¡Te odio Alejandra! Gasté setecientos treinta días, ocho mil setecientas horas, quinientos veinticinco mil seiscientos minutos y treinta y un mil millones de segundos pensando en ti, y ni el tiempo pudo medir la tortura de tu silencio. Pero mi cuerpo, sí. Si no tenía el vicio de tu olor pegado a mi cuerpo, era necesario buscar

Conejitas de Playboy

Voy caminando con e l corazón latiendo en mi garganta. A lzo e l mentón como e l gesto más seguro de l mundo , aunque las rodi l las me tiemb len cua l ge latina y a mi lado, tenga a un par de buenos amigos como guardaespa ldas. E l objetivo está a unos cuantos metros, es imposib le pasar por a lto las luces de neón a lumbrando toda la ca l le. -En ese sitio no se permite chicas. -¡Qué discriminación! Pienso un segundo. -¿Y si me visto de hombre? -¡Buena idea! Es un chiste.  No pienso disfrazarme para poder entrar a un c lub de strippers, aunque e l lugar es conocido como uno de los mejores de la ciudad, y tenga e l sugerente nombre de "P layboy". Aunque, a decir verdad, la idea me da vue ltas en la cabeza un rato. No soy buena tomando decisiones cuando l levo más de tres horas bebiendo con buenos y ma los amigos. Saco rápidamente la cuenta de mis aventuras, y l lego a la no tan sorprendente evidencia, que siempre soy yo quien inventa a lgo diferente cuando nos