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Mostrando entradas de marzo, 2016

Dos cafés y un beso

Pienso que mi lenguaje corporal dice más que mis palabras. Pienso, y me equivoco de plano. Él, casi me abraza y me susurra al oído que necesita en este momento, dos cafés y un beso. -Puedo conseguir los cafés, pero el beso está más difícil. Sonríe con ese toque de casanova atrapado en su juego de seductor, y por un momento me siento incómoda y me divierte la situación. A este hombre no solo lo admiro, está en mi lista de personas a quienes me gustaría llamar amigo, pero él tiene otros planes. O al menos, me explica, quiere lo mismo pero antes debo pasar, como en el Monopolio, por GO y cobrar peaje. No es tan explícito, ¡no vayan a creer! Lo suyo es un monólogo sutil tan bien creado, que al final quedas atrapada como una mosca  en una tela de araña. Fumo mientras escucho los beneficios de acostarme con él: se da su tiempo, conoce el cuerpo de la mujer hasta la última glándula y no está de acuerdo en eso de penetrar por penetrar. Es un sexo tántrico aderezado de fantasías sexua

Combinación química para el desastre

La regla indica que jamás debes meter tus narices en una relación o discusión de pareja, excepto claro, si observas algún gesto que podría llevar a la muerte. Si este no es el caso, jamás debes opinar de más o de menos. Tengo una amiga con todas las virtudes conocidas. Es una guerrera sin una pizca de miedo, tiene una simpatía desbordante, está llena de vida y presume una belleza fuera de lo común que no deja indiferente a los hombres, pero quién le haya ofrecido como regalo estos atributos, se le olvidó incluir el sentido común. Tiene un olfato para las relaciones tóxicas que asustaría a Pamela Anderson y Britney Spears. Puede engancharse a cualquier minúsculo detalle sentimental, y con eso viajar a la luna. Cuando llega tan lejos, se da cuenta que está sola en su amor, pero aún así no se detiene. Me duele verla sufrir, y aunque gasté saliva, horas y consejos en ella, el cambio es una utopía. Yo apuntaba hacia el problema y ella solo miraba el dedo que señalaba. Decidí acepta

Caracas es una salsa

Un cálculo exacto que no debería confesar: en mi cartera entran 14 botellas de cerveza de 300 mililitros. Pesan...y mucho, mientras espero llegar a la estación Plaza Venezuela, a eso de las 9:00 de la noche. Leí por ahí, que Caracas es una de las ciudades más violentas del mundo, pero yo la desafío llegando todos los días tarde, al apartamento de mi prima. No me he topado con ningún delincuente enamorado de mis pertenencias, ni una bala perdida, pero sí, con una variopinta jungla de personajes exóticos. Con más de cinco millones de habitantes concentrados en un pedazo de tierra, la mínima probabilidad es encontrar un loco en el día. No solo eso, si vives en Caracas por un tiempo, tarde o temprano, formarás parte de esta estadística. Mi prima confiesa que después de dos años en la ciudad, camina por las calles concentrada en animadas conversaciones en voz alta...con ella misma. Como hay diez locos en cada esquina, nadie parece prestar atención a lo folclórico, a la ruptura de lo