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Mostrando entradas de octubre, 2014

Lo siento amor, lo nuestro no puede ser

Me he enamorado tres veces y uno de esos amores de entrega total es para el periodismo impreso. Con permiso de las dos maravillosas personas con quienes compartí los mejores momentos, el periodismo ha sido el más intenso y el más ingrato. Todos me advirtieron antes de entrar en esta relación, que no me convenía, que no valía la pena. Pronosticaron que al año íbamos a romper porque el periodismo demanda mucho y da poco, y en una pareja los dos deben entregarse por igual. Pero alguien enamorado no escucha consejos. Me entregué con las condiciones impuestas de antemano: mi tiempo será solo para ti, mis energías las dedicaré a escribirte bonito, soñaré despierta para tratarte mejor. Desde el inicio, este idilio me puso en situaciones arriesgadas, en momentos de tensión que me inyectaban una dosis de adictiva adrenalina. Me puso cara a cara con mis miedos, me retó en mi paciencia y me dio cachetadas de humildad y sabiduría. Mientras más busco conocer el periodismo menos lo comprendo

Esto no es Disneylandia (Mi novia imaginaria)

Mariana, mi novia imaginaria, la tienen que conocer porque es una belleza. Tiene un cuerpo que deja sin palabras. ¡Claro! Es que nos conocimos en el gimnasio, yo estaba pasando un despecho y pedaleaba esa bicicleta con tanta fuerza como odiaba a mi ex. Así fue como conocí a Mariana, mi novia imaginaria. Entre repeticiones para mantener las nalgas firmes y flexiones de pecho, nos miramos entre el sudor y surgió una química sexual. Un día, salimos más temprano de lo normal y mientras esperábamos que nos fueran a buscar intercambiamos teléfonos y miradas pícaras. No pasó mucho tiempo y nos invitamos un café, una cena, besos en su carro y escapadas a hoteles cercanos. Mariana, mi novia imaginaria es perfecta para mí. Es ingeniero mecánico con un postgrado en Argentina, tiene apartamento, es inteligente y una edad acorde con las mentiras que creaba. Lo único en que fallaba mi novia imaginaria era su pareja: diez años de monótona relación. Me prometía que la iba a dejar, pero yo no

Esto no es Disneylandia

No sé como terminar con ella. He pensando en tantas maneras que llego a la dura conclusión que de la forma en que lo haga, a ella no le va a importar. Invoco al insomnio para encontrar salidas malévolas a mi venganza final. Un punto y aparte que deje un odio malsano, un rencor eterno. Quiero dejarla para dar el empujón final a este precipio que es nuestra relación. Un año de insidia no debe pasar por alto y con esto resuelvo la fecha, será en nuestro aniversario de doce meses de mal amor. Quedar como la mala no me quita el sueño, al contrario, me da ánimos para borrar el sentimiento amargo de la traición. He pensando en esto: otra mujer, una amante, dejar rastros de pinturas de labios en sitios estratégicos, o mensajes comprometedores en mi celular dejado al descuido. El problema es que no encuentro a esta oportuna cómplice para mis planes. Descarto inventar una novia imaginaria, no encuentro la ecuación para conquistarme, además que me parece una solución patética. Armar una

Mi hermano

De un solo jalón dejé marcas de mis uñas en su cuello. Él, podía responder con igual saña, pero se dio la vuelta y me dejó mal herida en mi orgullo. También nos hemos batido a duelo de puños cuando nadie nos veía. Al principio yo era la ganadora, pero el tiempo le ofreció la altura, peso y fuerza suficiente para dejarme boca abajo en tres movimientos. Mi hermano y yo nos llevamos ocho años de diferencia, pero ese abismo en edad es mínima en comparación con nuestros caracteres tan opuestos. Dos personas tan distintas no pueden ser familiares. Mientras yo exploto en escenas de frustración, él toma los problemas de frente y los debate en una lógica a prueba de entuertos, tiene una inteligencia libre de asombros incómodos, conoce el punto exacto para dejar en el aire un silencio elegante, cocina bien con pocos conocimientos, ayuda sin quejarse y salva vidas. Lo que yo considero una desventaja en él, para otros es lo contrario: mi hermano es un perfeccionista nato. La ropa, los zapat

Money, money, money.

Miami es un cajón de edificios de cristales, que devuelve el reflejo paradisiaco de una excesiva pujanza y de un no parecerse a nada, solo un trópico común para albergar a inmigrantes latinos. Miami también es una enorme vitrina, una ciudad vitrina donde sus habitantes se muestran al semidesnudo mientras toman un sol triste sin playa, en South Beach. A unos cuantos kilómetros de carreteras aburridas y monótonas, Orlando tiene el encanto de ser la tierra prometida, de los parques temáticos más divertidos del mundo, donde las princesas con idénticas sonrisas saludan por horas sin despeinarse. Pero lejos de eso, Orlando es un pueblo prefabricado, donde una casa es la repetición de otra, sin más señas que un Taco Bell como división. Tener dinero no es una necesidad, es una obligación. Estados Unidos debe ser el único país en el mundo con un mantra especial, "Money, money, money". Lo supe cuando fui a comprar un paquete de cigarrillos y una cerveza Budweiser en una estación

Historia de un cansancio

Llamada uno. -¿Señora Fabiola? -Sí, ¿Quién habla? -Mawarí Basanta, periodista. -¿Qué desea? -Sé que su hijo fue víctima de bullying en la escuela, la gente de Orgullo Guayana me dio este número, me interesaría... -¿Ah? ¿Esos invertidos? -Ellos me explicaron que su hijo sufrió... -¡Mi hijo no es gay! ¿Entendido? -El trabajo no va enfocado hacia allá. -No es invertido, no me llame más. Llamada dos -Marisela, es Mawarí. -¿Tú otra vez? -Estoy interesada en el tema de las chicas prepagos. -Mis chicas no son prepagos. -Disculpe, ¿cómo las llamo? -Acompañantes. -Bueno, sobre el tema de las acompañantes. ¿Va a darme la declaración? -¿Tú lo quieres es destapar una olla? -¿Hay una olla? -Mi marido trabaja en la policía ¿sabes? -¿Y qué me quiere decir con eso? -¡Qué trabaja en la policía! Saca las conclusiones que quieras. -Ok. Tomaré eso como un no. Llamada tres -...Y me encantaría entrevistarlo sobre su valiosa labor como gallero. -¡Cómo no! ¿Puede venir mañana? -Exc