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Mi confesión

-Eres una enferma.
Esos ojos duros, fijos en mí.
-Una enferma. Soy una mala madre.
-No lo eres.
-¿Desde cuándo lo sabes?
-Desde siempre mamá.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-Sabía que no lo ibas a entender...
Su llanto ahogado.
-Te voy a mandar a un psicólogo, eso se quita.
-Hazlo, pero vas a perder tu dinero.
-¿Qué hice de malo? Dime.
Un grito convertido en quejido.
-No hiciste nada malo mamá.
-Claro que sí. No eres normal, eso...esto...
Me señalaba con rabia.
-Esto...tú....no eres normal.
-Si soy normal. Lo que siento no tiene nada de malo.
-¿Has estado con un hombre?
-No.
-Entonces tienes remedio...
-No mamá, eso no tiene nada que ver.
-¡CLARO QUE SI!
-Mamá tienes que aceptar que soy...
-No digas la palabra, que me da asco. Me das asco.
Tragué las lágrimas.
-Eso no lo permite Dios.
-¿Desde cuándo crees en Dios?
Intento de cachetada.
-Voy a llamar a sus padres.
-Hazlo. Nos unirás más.
-¿Ellos lo saben?
-No.
-Les voy a decir...les voy a decir que ella te convirtió en esto.
-Ella no me convirtió en nada.
-Si, lo hizo.
-No mamá, siempre me sentí así.
-Ustedes no tienen ninguna moral. Ustedes tienen que vivir en un submundo.
-No es así.
-Le voy a decir a tu abuela.
Silencio.
-No lo hagas por favor.
-Sí. Le voy a decir.
Tomé fuerza.
-Está bien. Pero se lo digo yo.
-¿No te da verguenza?
-No estoy haciendo nada malo...tú tampoco has hecho nada malo mamá
Su cara plagada de lágrimas.
-Si, si lo hice.
-¡No! Eres una buena mamá.
-Una buena mamá no cría una lesbiana.

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