La última entrada de este blog me dejó agotada. Después de escribirlo, antes de pulsar el botón de publicar, tuve un momento de duda. ¿Era necesario compartir esto? ¿Por qué lo hago? ¿A qué me expongo? Normalmente nunca pienso en las consecuencias. Actúo por instinto, con el impulso de la pasión. Me detenía un comentario que todavía me deja un mal sabor en la boca. Le había confiado a una persona equivocada, esa escena. En ese momento me mostró todo el apoyo. Pero tiempo después, hizo un comentario público que me paralizó del asco. "Al menos mi mamá me quiere, cosas que no pueden decir otras". Cambié de idea gracias a un encuentro gratificante. Alguien se me acercó para confesarme que se veía reflejado en lo que escribía. Se refería a las peleas entre mis papás en la entrada "El día más duro". Dejé que hablara todo lo que tenía atorado durante años y al final coincidimos en que no estamos solos. Al compartir lo que nos pasa, lo que nos parecía una gran