Ir al contenido principal

Nueve kilos menos de despecho (II)

Nueve kilos menos después me sentía mejor que nunca.
Bajé cuatro tallas y de un día a otro le pedía a la vendedora que me buscara un pantalón más ajustado, lo siento si soy muy clara en esto, pero esa sensación de ver como se reduce los números de la ropa, es algo parecido a un orgasmo, pero en este caso un éxtasis gracias a las compras.
Porque no hay nada que le produzca más placer a una mujer que comprar y que además de eso, que todo te quede bien.
Le pasaba por delante a mi ex con mis kilos perdidos, con el escote pronunciado, solo por el placer de verle la cara de mal disimulado asombro, de piropos a medias mal distribuidos.
¡Aja! Gané.
¿Y ahora?
Todo el mundo me decía lo bien que me veía, lo mejor que me sentaba todo, pero en un momento no sabía que hacer con todo el trabajo que había hecho en el gimnasio.
¿Qué hago? ¿Salgo a la calle mostrando abdomen plano?
-¡Ya Mawa! No te des masajes en el ego.
-Perdona, pero a mi ego le han dado muchos coñazos últimamente, es bueno darle cariño de vez en cuando.
-Te ves muy bien.
-Gracias. He decidido que a partir de ahora saldré a la calle en sostén.
-¡No exageres Mawa!
-Esta vaina me ha costado plata y mucho dolor.
-Me imagino que ahora tendrás un montón de gente detrás de ti.
Lo más triste de todo es que la respuesta era no.
No tenía un gentío detrás de mi, lo contrario.
Me llegaron citas, es verdad, pero en el momento de la verdad, se quedaban paralizadas del miedo y la conversación siempre giraba en lo mismo: ellas estaban gordas y yo no.
El tema se convirtió en una monotonía, los kilos demás o menos impedían una posible relación, una barrera que les imposibilitaba llegar a algo más.
Y sus inseguridades y las mías hicieron que me volviera más exigente.
-Nena, pero es que las intimidas.
-Cuando tenía nueve kilos demás, esto no me pasaba.
-¿Y qué vas a hacer?
-Voy a dejar el gimnasio porque esto de ser flaca no me está funcionando.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El momento de la despedida o hasta aquí llega esta echadera de cuentos

Yo pensé que esto iba a ser muy fácil. Acaricié muchas veces la idea de llegar a este momento porque estaba loca por cerrar este ciclo que comenzó hace mucho tiempo. Prometí despedirme en la entrada 200 pero los tiempos se fueron alargando y me tocó, como muchos otros, salir de mi país. Al llegar a Lima dejé de lado el blog porque no tenía la paciencia, las ganas y la fuerza de voluntad para seguir empujando las historias. Emigrar me sumió en una especie de depresión pasiva (si esto de verdad existe) y me quitó por mucho tiempo las ganas de escribir, pero esos cuentos son para otro momento. Comencé a escribir por acá, si no me equivoco, en el año 2013.   Lo abrí tiempo después de llegar a Puerto Ordaz luego de vivir 13 años en Maracay, donde me fui a estudiar comunicación social. Llegué a Puerto Ordaz con el corazón roto porque había dejado al amor de mi vida en esa ciudad, con la promesa de regresar juntas muy pronto. Nunca ocurrió. El blog nació como una forma de sacar toda ...

El fin del caos (y III)

 -No creo que te sirva este pantalón. Me dijo David sosteniendo en la mano un jean de su hermana, dos tallas menor a la mía. -¿No habrá algo más? Tardó un rato más en buscar y esta vez llegó con una larga falda amarilla llena de pliegos, lazos y lentejuelas de colores, una prenda que jamás en mi vida sobria y sensata hubiera utilizado.  No hace falta acotar que este no era el momento más sensato de mi vida. Una vez más. -Pero me la tienes que regresar rápido, es la falda favorita de mi mamá. La tierna advertencia de David junto a su disposición de ayuda, me hizo callar cualquier queja inútil en una situación donde no tenía muchas salidas. Tampoco quería seguir hablando de la noche anterior, pero David me empujaba. -¿Qué le pasó a tu pantalón? ¿Le hiciste el sexo oral a esta chama? Sin él saberlo, las dos respuestas a sus preguntas tenían una relación directa.  Le conté como en sueños me dejé llevar hasta el sofá.  Observé como mi amiga abría las piernas ante mí con s...

La despedida (y II)

-No. Está saliendo conmigo. Un golpe directo al estómago. Eres un amigo horroroso, horrible. ¿Cómo coño se te ocurre salir con mi ex? ¡Tú eres uno de mis mejores amigos! Sabes la importancia de esa mujer en mi vida. Conociste de primera mano todo el tiempo y el esfuerzo que me tocó conquistarla. ¡Lloré en tu hombro cuando terminamos! Te dije que me había enamorado de ella, que me dejó el corazón roto, que gracias a ella volvió mi arrechera a las bisexuales. ¡Me diste ánimo! Me dijiste que ella no valía la pena, que era una loca, una indefinida. ¡Hipócrita! La querías para ti todo este tiempo. Yo siempre supe que ella te gustaba, siempre, pero jamás pensé en esta traición, de ti no, todos menos tú. Seguramente me vas a decir que ya lo nuestro terminó, pero David, el código dice que nunca vas a salir con el ex de un amigo. ¡Claro! No se te ocurrió mejor momento de darme la noticia cuando me voy del país. ¡Cobarde! ¡Yo jamás te quité una novia! ¡Ah, no perdón! Es que nunca te conocí una...