Ir al contenido principal

Nueve kilos menos de despecho (y III)

Mi obsesión por las dietas me hizo amar la lechuga que acompañaba con todo, pero sin refresco ni nada frito.
La balanza bajaba drásticamente y en un periodo llegué a pesar 54 kilos, cuatro menos que mi peso ideal, porque cuando me propongo algo me entrego con pasión.
Bajar de peso solo era un ejemplo reciente.
Mi mamá me contaba las calorías a escondida hasta que un día me paró.
-En tres días noté que solo comiste una ensalada, un pan con jamón y queso y un vaso de leche. ¡Deja la huelga de hambre!
Tomé consejo y metí más carnes y algún que otro perro caliente, pero me estaba matando con los ejercicios.
Gastaba la mitad de mi sueldo en uno de los mejores gimnasios y no faltaba a clases con los profesores más exigentes.
Los lunes hacia piernas, los martes abdominales, los miércoles glúteos, los jueves cardio, el viernes trotaba y el sábado lo hacía todo en uno porque el gim cerraba.
Mis amigos eran implacables.
-¡Y aquí estoy flaca!
-Flaca ¡No! Flaquísima. Se te ven los huesos.
-¿Pero se ve mal?
-Mawa perdiste hasta tetas.
-Eso es lo malo cuando bajo de peso.
-¿Cuándo vas a parar? No bajes más de peso.
-Me siento un poco gorda todavía.
-Enferma es lo que estás.
-Si marica, ¡Obsesionada!
-No voy a bajar más de peso. Voy a tonificar ahora.
-El problema es que has estado más encima de una bicicleta que de una mujer...
-Jajajajaja.
-¡No me hace gracia!
-Consigue una novia.
-De hecho, conocí a alguien.
Con mi recién ganada autoestima había salido un par de veces con una mujer interesante, linda e inteligente.
Siempre nos tomábamos un café hasta que me invitó a su casa a cenar y tomar unas copas de vino, la propuesta la capté de inmediato, así que me puse mi mejor lencería, que a mi gusto quedaba muy bien.
En su casa hablamos de todo un poco, eludiendo el momento de la verdad que llegó dos horas después.
Sin nada de pena me quité la ropa hasta que escuché sus palabras.
-¡Qué flaca estás!
No me sentí halagada porque en ese momento recordé las palabras de mis amigos, mi guerra con mi propio cuerpo y mis inseguridades y fue un golpe de la realidad que me dio fuerte en la cara.
En el camino de perder peso había dejado de lado cosas importantes que me hicieron otra persona, derribé inseguridades para construir otras, había abandonado hasta la lectura.
Me di cuenta de esto y paré en seco mi rutina incontrolable de ejercicios, gané los kilos que me faltaban, pero no he dejado el gimnasio.
Y claro, me siento mejor que nunca.




Comentarios

Entradas populares de este blog

El momento de la despedida o hasta aquí llega esta echadera de cuentos

Yo pensé que esto iba a ser muy fácil. Acaricié muchas veces la idea de llegar a este momento porque estaba loca por cerrar este ciclo que comenzó hace mucho tiempo. Prometí despedirme en la entrada 200 pero los tiempos se fueron alargando y me tocó, como muchos otros, salir de mi país. Al llegar a Lima dejé de lado el blog porque no tenía la paciencia, las ganas y la fuerza de voluntad para seguir empujando las historias. Emigrar me sumió en una especie de depresión pasiva (si esto de verdad existe) y me quitó por mucho tiempo las ganas de escribir, pero esos cuentos son para otro momento. Comencé a escribir por acá, si no me equivoco, en el año 2013.   Lo abrí tiempo después de llegar a Puerto Ordaz luego de vivir 13 años en Maracay, donde me fui a estudiar comunicación social. Llegué a Puerto Ordaz con el corazón roto porque había dejado al amor de mi vida en esa ciudad, con la promesa de regresar juntas muy pronto. Nunca ocurrió. El blog nació como una forma de sacar toda ...

¿Periodistas serios? Te voy a echar un cuento

-¡Mídete Mawa! -¿Qué quieres decir con eso? -No puedes escribir cualquier cosa en tu blog. ¡Eres una figura pública! -¿Yo? ¿Una figura pública? ¡Me entero! -Eres periodista, tus notas salen todos los días. -¿Entonces? -¡Tienes que ser seria! Ahí está el problema. No me considero una periodista seria, de esas que andan con una imagen de impoluta hipocresía por el mundo, mirando por encima del hombro a los demás, porque según la tradición, los periodistas somos dueños de la verdad. Y como acreedores ese don divino, nosotros debemos ser ejemplo de éxitos, pero no de fracasos. Me da un poco de risa esos periodistas que llegan a una rueda de prensa cargados de palabras rebuscadas, más serios que una piedra y con una distancia que dan más ganas de huir que de hablar. La idea tampoco es que te sientes en las piernas del entrevistado como si fuera tu amigo de toda la vida, pero tampoco y mucho menos, que lo trates con unas pinzas de distante asco. Y la palabra ética da vueltas en la...

Una señal del destino (I)

Les juro que si canta una vez más empezaré a gritar. Puedo jurar, que si llega a acercarse un poco más para besarme como es su intención, o para tocarme como señalan sus ganas, voy a fingir un desmayo.  Les puedo jurar que yo jamás alenté, propicié, animé, avivé -ustedes busquen los sinónimos que quieran- pero jamás hice algo para estar en esta situación tan bochornosa, atrapada en el cubículo de un baño público sin poder moverme, mientras la hermana de una compañera de trabajo me tiene acorralada dedicándome una canción. - Yo no me doy por vencida ...te recuerdo que tu hermana y mi novia están afuera...y o quiero un mundo contigo ...y estamos tardando mucho... juro que vale la pena ...juro que voy a gritar si no me dejas salir de acá... esperar, esperar y esperar un suspiro ... (Suspiro) La cantante aficionada se llama Julia, pero yo le digo Selma porque es la copia exacta de la hermana de Marge Simpson.  A Selma no parece importarle que fuera de este baño fétido ...