El ego queridos lectores.
El ego herido ha causado más estragos en la humanidad que todas las guerras mundiales, civiles o frías y hablo en concreto, del ego herido de amor.
Ese dolor que te retuerce los intestinos cuando no obtienes el mismo cariño -o un poco más- de la persona con quien sales.
Tú no la amas, pero te jode que tampoco te ame a ti.
Cuando te das cuenta de esto, se activa un mecanismo masoquista que te obliga, te pide, te impulsa a tratar de conquistar lo imposible.
Es tan fácil saber cuando alguien está contigo por pasar el rato, porque no hay nadie más, porque no quiere estar solo, que las excusas para no terminar ese intento de relación sólo se sostienen por el ego.
Lógicamente pondré mi experiencia por delante.
Ella no me quería, lo supe al primer mes de estar juntas.
En ese tiempo no estaba conforme con nada de lo que hacía, si estaba manejando y por casualidad me paraba sobre un rayado peatonal me gritaba, si le decía que estaba bebiendo una cerveza al lado de una licorería me amenazaba con terminar, cuando quería arreglar la situación -ilógicas por demás- me trancaba el teléfono dejándome incomunicada.
En una oportunidad le pedí un café con leche y casi me lo echa encima porque a ella quería un marrón.
Estas situaciones se repetían con peticiones simples por mi parte, que siempre caían en negativas. A ella no le interesaban el día de los enamorados, ni dar detalles, mucho menos le daba importancia a los aniversarios.
Pero eso si queridos lectores, mi celular era minuciosamente revisado por ella a pesar de cambiarle la clave cada dos días. Siempre la adivinaba.
No es que escondiera algo en particular, es que siempre he pesado que en una relación de pareja la confianza se mide a través del celular.
Es una zona de respeto, que se rompe cuando lo revisas a escondidas.
Para terminar esta muestra de poco cariño, una vez dediqué una canción de mi artista favorita, con esa ilusión tonta de querer plasmar el cariño en música.
Tiempo después no se acordaba de eso.
-Sí, te la dediqué.
-No me acuerdo porque no me gusta esa cantante.
Punto menos para el ego.
Las señales estaban allí, en mayúsculas y resaltadas, pero uno trata de torcer una situación que se cae por su propio peso.
Le voy a agradecer a Disney -sí, así como lo leen- a Disney el final de todo esto.
Escuchaba una de esas canciones, trilladas, rosadas y cursis de una película de Disney, esas que dicen "tus sueños se pueden hacer realidad", cuando decidí poner fin a todo.
No lo tomó a mal -lógicamente- se molestó, pero a los pocos días, lo olvidó por completo tanto así que pidió ser mi amiga del alma.
Si usted querido lector quiere confirmar que jamás significó algo en esa relación, es cuando su ex le pide ser amigos en una semana.
Eso quiere decir, que nunca se involucraron los sentimientos.
Las señales siempre se notan.
Ella no quería, duele, pero el ego...ese si que jode.
El ego herido ha causado más estragos en la humanidad que todas las guerras mundiales, civiles o frías y hablo en concreto, del ego herido de amor.
Ese dolor que te retuerce los intestinos cuando no obtienes el mismo cariño -o un poco más- de la persona con quien sales.
Tú no la amas, pero te jode que tampoco te ame a ti.
Cuando te das cuenta de esto, se activa un mecanismo masoquista que te obliga, te pide, te impulsa a tratar de conquistar lo imposible.
Es tan fácil saber cuando alguien está contigo por pasar el rato, porque no hay nadie más, porque no quiere estar solo, que las excusas para no terminar ese intento de relación sólo se sostienen por el ego.
Lógicamente pondré mi experiencia por delante.
Ella no me quería, lo supe al primer mes de estar juntas.
En ese tiempo no estaba conforme con nada de lo que hacía, si estaba manejando y por casualidad me paraba sobre un rayado peatonal me gritaba, si le decía que estaba bebiendo una cerveza al lado de una licorería me amenazaba con terminar, cuando quería arreglar la situación -ilógicas por demás- me trancaba el teléfono dejándome incomunicada.
En una oportunidad le pedí un café con leche y casi me lo echa encima porque a ella quería un marrón.
Estas situaciones se repetían con peticiones simples por mi parte, que siempre caían en negativas. A ella no le interesaban el día de los enamorados, ni dar detalles, mucho menos le daba importancia a los aniversarios.
Pero eso si queridos lectores, mi celular era minuciosamente revisado por ella a pesar de cambiarle la clave cada dos días. Siempre la adivinaba.
No es que escondiera algo en particular, es que siempre he pesado que en una relación de pareja la confianza se mide a través del celular.
Es una zona de respeto, que se rompe cuando lo revisas a escondidas.
Para terminar esta muestra de poco cariño, una vez dediqué una canción de mi artista favorita, con esa ilusión tonta de querer plasmar el cariño en música.
Tiempo después no se acordaba de eso.
-Sí, te la dediqué.
-No me acuerdo porque no me gusta esa cantante.
Punto menos para el ego.
Las señales estaban allí, en mayúsculas y resaltadas, pero uno trata de torcer una situación que se cae por su propio peso.
Le voy a agradecer a Disney -sí, así como lo leen- a Disney el final de todo esto.
Escuchaba una de esas canciones, trilladas, rosadas y cursis de una película de Disney, esas que dicen "tus sueños se pueden hacer realidad", cuando decidí poner fin a todo.
No lo tomó a mal -lógicamente- se molestó, pero a los pocos días, lo olvidó por completo tanto así que pidió ser mi amiga del alma.
Si usted querido lector quiere confirmar que jamás significó algo en esa relación, es cuando su ex le pide ser amigos en una semana.
Eso quiere decir, que nunca se involucraron los sentimientos.
Las señales siempre se notan.
Ella no quería, duele, pero el ego...ese si que jode.
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