-Creo que estoy embarazada.
-¿Me estás jodiendo?.
Pausa
-¿No?
No. Virginia no tenía cara de estar jugando.
Estábamos sentadas en un café frente al Teatro de la Ópera en Maracay.
Una onda de hielo me recorrió todo el cuerpo, ¿o era el viento de las nueve de la noche?
Ella me miraba sin pestañear.
-¿Qué vamos a hacer?
Mi mente recorrió en pocos segundos kilómetros de insultos, respuestas irónicas, huidas imaginarias, decepción, despechos, para solo contestar.
-No sé.
-Te lo tenía que decir.
-Aprecio el gesto.
Primera ironía.
No habíamos cumplido ni dos meses de estar saliendo y ya habíamos traspasado la barrera invisible de las peleas y despedidas que terminaban en reconciliación.
Sabía que tenía novio, pero el golpe no lo vi venir.
-¿Qué vamos a hacer?
-No sé, ¿empezamos a comprar los pañales?
Segunda ironía.
-No sé Mawa, es que me siento que no sé si confiar en ti....puedes estar saliendo con otras personas.
-¡Qué arrecha eres Virginia!
Primer insulto.
-¿La culpa es mía ahora? ¡Qué bolas tienes!
-Nunca te mentí, siempre te dije que estaba con un hombre.
-Pero esto...no lo esperaba de ti.
La decepción.
-¿Qué vas a hacer?
Seguía martillando con la pregunta.
-No voy a seguir, en esta situación no.
La huida imaginaria.
-El y yo terminamos.
¿Debía alegrarme?
-¿Y ahora quieres que me encargue yo?
-No sé si estás saliendo con alguien más, te he dicho que no confío en ti...
-¡Si eres arrecha! Estabas saliendo con un tipo, lo hacías sin protegerte y me dices que no sabes si confías en mí... ¡Qué arrecha eres!
El frío me hacía tiritar los dientes.
Nos quedamos calladas por un momento.
Virginia empezó a reír de la nada, primero muy bajo para estallar en una carcajada incontrolable.
-¿Me estabas jodiendo verdad?
Paró la risa en seco.
-No. Solo que me da risa la situación.
La miré incrédula. Los actores están locos, fue lo único que pensaba, mi mente recorrió metros de insultos.
-Te necesito Mawa.
Me tomó la mano apretándola con ternura, le devolví el gesto con una sonrisa.
¡Que arrecha fui!
-¿Me estás jodiendo?.
Pausa
-¿No?
No. Virginia no tenía cara de estar jugando.
Estábamos sentadas en un café frente al Teatro de la Ópera en Maracay.
Una onda de hielo me recorrió todo el cuerpo, ¿o era el viento de las nueve de la noche?
Ella me miraba sin pestañear.
-¿Qué vamos a hacer?
Mi mente recorrió en pocos segundos kilómetros de insultos, respuestas irónicas, huidas imaginarias, decepción, despechos, para solo contestar.
-No sé.
-Te lo tenía que decir.
-Aprecio el gesto.
Primera ironía.
No habíamos cumplido ni dos meses de estar saliendo y ya habíamos traspasado la barrera invisible de las peleas y despedidas que terminaban en reconciliación.
Sabía que tenía novio, pero el golpe no lo vi venir.
-¿Qué vamos a hacer?
-No sé, ¿empezamos a comprar los pañales?
Segunda ironía.
-No sé Mawa, es que me siento que no sé si confiar en ti....puedes estar saliendo con otras personas.
-¡Qué arrecha eres Virginia!
Primer insulto.
-¿La culpa es mía ahora? ¡Qué bolas tienes!
-Nunca te mentí, siempre te dije que estaba con un hombre.
-Pero esto...no lo esperaba de ti.
La decepción.
-¿Qué vas a hacer?
Seguía martillando con la pregunta.
-No voy a seguir, en esta situación no.
La huida imaginaria.
-El y yo terminamos.
¿Debía alegrarme?
-¿Y ahora quieres que me encargue yo?
-No sé si estás saliendo con alguien más, te he dicho que no confío en ti...
-¡Si eres arrecha! Estabas saliendo con un tipo, lo hacías sin protegerte y me dices que no sabes si confías en mí... ¡Qué arrecha eres!
El frío me hacía tiritar los dientes.
Nos quedamos calladas por un momento.
Virginia empezó a reír de la nada, primero muy bajo para estallar en una carcajada incontrolable.
-¿Me estabas jodiendo verdad?
Paró la risa en seco.
-No. Solo que me da risa la situación.
La miré incrédula. Los actores están locos, fue lo único que pensaba, mi mente recorrió metros de insultos.
-Te necesito Mawa.
Me tomó la mano apretándola con ternura, le devolví el gesto con una sonrisa.
¡Que arrecha fui!
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