Señores lectores.
Siento que los he decepcionado.
Ustedes esperaban -¿o era yo?- que este blog se convirtiera en una ventana de vivencias bien escritas, algo serio, sin errores de redacción.
Pero se ha convertido en micro relatos monotemáticos, escritos a lo loco, impulsados más por el calor del momento, que por una mente fría.
Ese es el problema, no creo que se deba escribir desde la barrera de la autocensura.
Escribir es remover sentimientos, mucho más cuando hay que buscar en el archivo de los recuerdos y toparte con pedazos desastrosos o muy buenos.
Hay dos preguntas que siempre me hacen, "¿Te ha pasado todo eso?" "¿No te da miedo exponerte tanto?"
A la primera contesto, sí me ha pasado todo eso.
Quizás se me olvida una frase precisa pero la que escribo, está muy cercana a la realidad.
Y a la segunda. No me da miedo exponerme, si así fuera, no publicaría nada.
Lo he explicado en otros capítulos, esto es una catarsis, un descubrimiento.
No es raro que venga un reclamo certero.
-No entiendo porque la gente tiene que exponer su vida privada. Eso se tiene que quedar con uno.
Tienen razón.
Mientras yo opto por quedarme expuesta, desnuda ante todos, ellos toman la sabia decisión de no revelar su vida ¿a quien le importa eso?
Uno de los capítulos más duros que he escrito en el blog, "Mi confesión" contó a 120 lectores en dos días ¿Quienes son? ¿Qué pensarán? ¿Me importa?
El único momento incómodo que he vivido al escribir este blog, fue cuando un conocido me escribió para ponerse a la orden.
-¿Desde cuando no tienes una noche de sexo, drogas y rock and roll?
-Hace muco tiempo.
-Acuérdate de mí cuando eso pase.
Lo etiqueté como un idiota.
Lo más difícil fue un encuentro agridulce con mi mamá. Había leído todos los capítulos de mi blog.
Estábamos las dos de frente, tensas, tratando un tema tabú.
Lo mejor que rescato de ese momento son sus palabras finales.
-Yo te quiero por encima de todo, eres mi hija y siempre te voy a apoyar.
Como es mi costumbre, no mostré ningún tipo de sentimientos ante ella.
Entré a mi cuarto y lloré.
Pero esta vez de felicidad.
Siento que los he decepcionado.
Ustedes esperaban -¿o era yo?- que este blog se convirtiera en una ventana de vivencias bien escritas, algo serio, sin errores de redacción.
Pero se ha convertido en micro relatos monotemáticos, escritos a lo loco, impulsados más por el calor del momento, que por una mente fría.
Ese es el problema, no creo que se deba escribir desde la barrera de la autocensura.
Escribir es remover sentimientos, mucho más cuando hay que buscar en el archivo de los recuerdos y toparte con pedazos desastrosos o muy buenos.
Hay dos preguntas que siempre me hacen, "¿Te ha pasado todo eso?" "¿No te da miedo exponerte tanto?"
A la primera contesto, sí me ha pasado todo eso.
Quizás se me olvida una frase precisa pero la que escribo, está muy cercana a la realidad.
Y a la segunda. No me da miedo exponerme, si así fuera, no publicaría nada.
Lo he explicado en otros capítulos, esto es una catarsis, un descubrimiento.
No es raro que venga un reclamo certero.
-No entiendo porque la gente tiene que exponer su vida privada. Eso se tiene que quedar con uno.
Tienen razón.
Mientras yo opto por quedarme expuesta, desnuda ante todos, ellos toman la sabia decisión de no revelar su vida ¿a quien le importa eso?
Uno de los capítulos más duros que he escrito en el blog, "Mi confesión" contó a 120 lectores en dos días ¿Quienes son? ¿Qué pensarán? ¿Me importa?
El único momento incómodo que he vivido al escribir este blog, fue cuando un conocido me escribió para ponerse a la orden.
-¿Desde cuando no tienes una noche de sexo, drogas y rock and roll?
-Hace muco tiempo.
-Acuérdate de mí cuando eso pase.
Lo etiqueté como un idiota.
Lo más difícil fue un encuentro agridulce con mi mamá. Había leído todos los capítulos de mi blog.
Estábamos las dos de frente, tensas, tratando un tema tabú.
Lo mejor que rescato de ese momento son sus palabras finales.
-Yo te quiero por encima de todo, eres mi hija y siempre te voy a apoyar.
Como es mi costumbre, no mostré ningún tipo de sentimientos ante ella.
Entré a mi cuarto y lloré.
Pero esta vez de felicidad.
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