-Che, te amo.
Me puse pálida, dejé de respirar, sentía como una corriente helada tensaba cada músculo de mi cuerpo.
No estaba preparada para eso.
A lo mejor no había escuchado bien, quizás Ana me estaba diciendo otra cosa.
-Boluda te digo que te amo y no decís nada.
Hice lo primero que se me pasó por la mente.
Le sonreí sin abrir la boca, le di un beso en la frente, oculté mi pena con un abrazo de amigas.
La temida cinco letras, debí imaginar que iba a pasar.
En unos dos meses, cumpliríamos un año de relación y lo más común es que uno se enamore.
Pero no lo estaba, tampoco lo quería.
Me había prometido jamás enamorarme, tomar las cosas con calma, vivir con Ana el día a día sin presiones.
Quería ser un agente libre, sin ataduras o compromisos cursis.
-¡Eres arrecha Mawa! Quieres una relación abierta, con una chama que hasta tiene las llaves de tu casa.
Me regañaban mis amigos.
-No soy mujer de una sola mujer.
-Hablas como el propio macho.
-En una relación siempre hay uno que ama más, prefiero ser la que ame menos.
-¿Cómo vas a hacer?
-Dejo las cosas en claro desde un principio. Les digo... yo soy de esta forma, si no te gusta...sabes que hacer.
-¡El propio macho! ¡La chica mala pues!
-Sí, un poco de eso.
Para mi defensa, no era nada de machismo.
Había pasado por una relación de casi siete años con Sofía, el calvario de Virginia, así que me tomaba la vida a la ligera.
Nada de ataduras que me dejaran una marca a futuro.
Pero estaba en esta situación, acostada con Ana en mi cama y el "te amo" todavía en el aire.
Se paró molesta.
-¿Vos pensás que voy a estar en una relación donde yo quiera más?
Ana es muy inteligente.
-No estoy diciendo eso amor.
-¿Me querés?
-¡Claro que te quiero!
-¿Me amás?
Silencio incómodo.
-¡La reputa que te parió Mawa!
Ana prendió un cigarro y empezó a llorar.
-No te pongas así...
-Dejame Guacha, ¡dejame! No me amás. Todo te lo pasas por el orto boluda, no te importa una mierda.
Grito mental: los hombres son menos complicados, menos dramáticos, ¿por qué no me gustan?
-¡Si me importa! ¿Y sabes por qué?
Me miró en total silencio.
-Por... que...yo...te..a..a..amo también.
Sí, si. Fui una chica mala.
Me puse pálida, dejé de respirar, sentía como una corriente helada tensaba cada músculo de mi cuerpo.
No estaba preparada para eso.
A lo mejor no había escuchado bien, quizás Ana me estaba diciendo otra cosa.
-Boluda te digo que te amo y no decís nada.
Hice lo primero que se me pasó por la mente.
Le sonreí sin abrir la boca, le di un beso en la frente, oculté mi pena con un abrazo de amigas.
La temida cinco letras, debí imaginar que iba a pasar.
En unos dos meses, cumpliríamos un año de relación y lo más común es que uno se enamore.
Pero no lo estaba, tampoco lo quería.
Me había prometido jamás enamorarme, tomar las cosas con calma, vivir con Ana el día a día sin presiones.
Quería ser un agente libre, sin ataduras o compromisos cursis.
-¡Eres arrecha Mawa! Quieres una relación abierta, con una chama que hasta tiene las llaves de tu casa.
Me regañaban mis amigos.
-No soy mujer de una sola mujer.
-Hablas como el propio macho.
-En una relación siempre hay uno que ama más, prefiero ser la que ame menos.
-¿Cómo vas a hacer?
-Dejo las cosas en claro desde un principio. Les digo... yo soy de esta forma, si no te gusta...sabes que hacer.
-¡El propio macho! ¡La chica mala pues!
-Sí, un poco de eso.
Para mi defensa, no era nada de machismo.
Había pasado por una relación de casi siete años con Sofía, el calvario de Virginia, así que me tomaba la vida a la ligera.
Nada de ataduras que me dejaran una marca a futuro.
Pero estaba en esta situación, acostada con Ana en mi cama y el "te amo" todavía en el aire.
Se paró molesta.
-¿Vos pensás que voy a estar en una relación donde yo quiera más?
Ana es muy inteligente.
-No estoy diciendo eso amor.
-¿Me querés?
-¡Claro que te quiero!
-¿Me amás?
Silencio incómodo.
-¡La reputa que te parió Mawa!
Ana prendió un cigarro y empezó a llorar.
-No te pongas así...
-Dejame Guacha, ¡dejame! No me amás. Todo te lo pasas por el orto boluda, no te importa una mierda.
Grito mental: los hombres son menos complicados, menos dramáticos, ¿por qué no me gustan?
-¡Si me importa! ¿Y sabes por qué?
Me miró en total silencio.
-Por... que...yo...te..a..a..amo también.
Sí, si. Fui una chica mala.
Comentarios
Publicar un comentario