Ir al contenido principal

Lluvia de hombres

Los hombres son fascinantes.
Muy en el fondo siempre me pregunto, ¿por qué no me gustan? Si se ven tan bellos tratando de encajar en una sociedad que les exige fuerza, temple, mente fría, pensar rápido, ser caballeros, pagar las cuentas.
Hablo de hombres que valen la pena, como muchos de mis amigos, no de esos que pegan tres gritos a la mujer y se sienten los reyes de la selva.
No esos que viven en el año 1920, hablo de mis amigos quienes en el siglo XXI, una mujer se les lanza encima y llegan con el cuento todos contentos y por un momento tienen un instante de duda.
-¿Pero será que le gusto?
-Bailó toda la noche contigo, se sentó en tus piernas, te mordisqueo la oreja, te dio el número de teléfono, ¿necesitas alguna señal más?
-Es que ustedes las mujeres son tan complicadas.
Y más bellos me parecen porque no logran salir del laberinto sentimental en el que a veces nos metemos las mujeres.
No soportan a las intensas, no pueden con las autosuficientes.
Muchos fueron criados por madres trabajadoras pero que desean para su hijo una mujer que los trate como un niño de siete.
Entonces están en ese dilema entre buscar una pareja echa pa lante, pero que sepa planchar bien y que los arrope cuando tengan fiebre.
Yo tuve un novio hace muchos años con una mentalidad de los siglos pasados y un día me fue a visitar en Maracay y me solicitó que le hiciera almuerzo.
-Aquí en la panadería de la esquina venden unos cachitos divinos.
Su cara fue un verdadero poema, así que decidió cambiar la táctica y lo pidió de manera decente.
Hice la comida, se la serví y cuando terminó de comer dejó el plato en la mesa.
Lo detuve en seco.
-¡Levanta el plato!...Por favor y lo lavas.
Nunca me voy a olvidar de esto porque caí en cuenta que esta era la vida que yo nunca desearía tener.
En estos días salgo de cita una que otra vez con hombres para, bueno no sé muy bien el motivo, y me encanta verlos tan serios tratando de verse seguros.
Pienso.
"No son tan complicados, ellos con que les refuerces la confianza, les des cariñitos en la noche, estés pendiente de esos simples y pequeños detalles que los hacen felices, no hay forma de equivocarse, es como cuando aprendes a manejar un carro sincrónico, hasta empujados prenden".
Envidio a esas amigas que gritan a todo pulmón, sin que les quede nada por dentro.
-¡Es que a mi como me gusta un macho!
Las quiero, las admiro, las adoro.
No tienen idea de lo que se salvan si fuera al revés.



Comentarios

Entradas populares de este blog

El fin del caos (Parte II)

 Me lamía y chupaba el cuello con una furia carnosa tan intensa que me provocaba mareos, además de un puntazo de dolor. Él estaba sentado en la esquina de un sofá horrorosamente cutre tapizado con flores silvestres. Yo, sentada encima de él, buscaba rabiosamente que esas manos tocando mis senos por debajo de la blusa, sus dientes pegados a mi cuello como un pitbull en celo o su evidente erección por encima del pantalón, prendieran alguna mecha de deseo en mí, pero era imposible.  En cambio, mientras él intentaba por todos los medios complacerme con caricias salvajes y torpes, yo me entretenía guardando todos los detalles del apartamento 4B.  Una máquina de hacer ejercicios abandonada en un rincón, un equipo de sonido lleno de polvo, una mesita cerca de la puerta de salida abarrotada de fotos familiares, muñequitos de porcelanas, una biblia abierta, una pipa de marihuana, las llaves de la casa. A mi espalda la cocina iluminada. Frente a mí, una pared que en su mejor momento fue blanca,

El dilema

Perder un amigo o desperdiciar una excitante oportunidad. Llevo rato saboreando un café pensando en estas dos tormentosas posibilidades, mientras ella habla pero yo mantengo sus palabras en mudo para sortear sin molestias la opción A o B. El mundo está plagado de grandes decisiones que han cambiado el curso de la historia: el ascenso de Hitler al poder, la llegada del hombre a la luna, la separación de los Beatles, el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón, la caída del muro de Berlín, y aquí estoy yo, una simple mortal de este planeta, una más entre los siete mil millones de habitantes, pensando si me acuesto con la esposa de mi mejor amigo o no. Este buen amigo se mudó hace seis meses a Buenos Aires huyendo de la crisis del país, con la promesa de reunir suficiente dinero para alquilar algo cómodo y mandar el boleto de avión para su esposa, pero antes me dejó una tarea. -¡Cuídala mucho Mawa! Yo confío en ti. ¡No! No puedo acostarme con la pareja de mi amigo, sería una ab

La mujer barbuda del circo

 Me siento como la mujer barbuda del circo, como el bebé nacido con un rabo de cerdo en el libro Cien años de Soledad de García Márquez, como Julia Roberts en la película Mujer Bonita cuando va a comprar vestida de puta a un local de alta costura, y la vendedora la mira de arriba a abajo. Una freak, una rareza, una mujer fuera de lugar en medio de esta reunión con las máximas locutoras de Puerto Ordaz.  A pesar de ser las 5:00 de la tarde, un opresivo calor en el Centro Ítalo Venezolano de Guayana derrite rápidamente el hielo de mi bebida cara y terriblemente dulce, que decidí pedir solo por seguir la manada. La verdad, ahora mismo deseo una cerveza fría, un porro y una soga para ahorcarme, en ese orden. Estoy frente a la crema de la crema en la locución de la zona, debatiendo sobre un calendario a beneficio del cáncer de mama. La idea me pareció genial cuando llegó en forma de llamado telefónico.  Tengo un programa de radio en la mañana donde no gano nada de dinero, un hobby donde na