Mandábamos mensajes de lado y lado, como dos poseídas. No era necesario escucharnos, porque los gritos salían entre los caracteres.
-¡Ni siquiera sé cómo definirte! ¡Me quitaste las palabras!
-¿Por qué no lo escribes en un capítulo de tu blog?
-No te preocupes, que no voy a escribir sobre ti.
Y como yo cumplo mi palabra, nuestra historia se mencionará hasta aquí.
Caigo en una depresión y este estado me obliga a buscar excusas para joderme la vida.
Me encierro en mi casa, paso doble llave a la habitación y cuando alguno de mis amigos me obliga a salir, con fastidio acepto pero bajo condiciones.
-Vamos a beber.
-Mawa, es lunes. Vamos a tomarnos un café.
-¡Qué aburrido! No quiero.
Al final aceptan salir y a la quinta cerveza tienen la paciencia para escuchar mi monólogo.
-Esta ciudad ha sido lo peor que me haya podido ocurrir. Aquí he encontrado mi felicidad en el trabajo, pero mis relaciones han sido un desastre. No entiendo que pasa.
-¿No crees que seas tú?
-¡También! Tampoco soy tan ciega como para no darme cuenta que esto es de dos. Pasa algo, que a las que debería darle todo mi cariño, no lo hago. Y con las que no están interesadas en mí me voy de boca.
No crean, me había sentado a analizar mi vida desde todos los ángulos.
Y lo que me parecía más insólito es que mis relaciones pasadas, esas que concluían en malos ratos, después de un tiempo éramos las mejores amigas.
Nos entendíamos a la perfección.
Nos dábamos consejos, nos reíamos como nunca. Algo que jamás pasaba cuando teníamos la etiqueta de novias.
-Yo le pongo nombre a algo y todo se va en picada.
-¿Por qué crees que pasa?
-Necesito un psicólogo. No puedo resolver ese rompecabezas.
Después de un tiempo caí en cuenta que la fama llega primero que uno.
De mis antiguas relaciones, alguien comentó que estar conmigo era un sube y baja de emociones y esto espantó a un grupo de gente, pero también acercó a una variedad de personas.
Y de la noche a la mañana me encontraba con mensajes directos en mis redes sociales, pero que no despertaban ningún interés de mi parte.
Le comenté a una amiga mi escasa pero movida vida sentimental.
-A veces me dan ganas de ser como tú Mawa.
-¿Cómo así?
-Sí, es que tu eres como Irak. Siempre un problema, rompen relaciones contigo, crisis diplomáticas y vuelven las conversaciones. Y otra vez lo mismo. Tú eres Irak.
Entendí la comparación porque mi amiga sería Suiza, siempre neutral y sus palabras me parecieron acertadas.
Yo soy Irak.
¿Con cuál país estoy peleada en estos días?
-¡Ni siquiera sé cómo definirte! ¡Me quitaste las palabras!
-¿Por qué no lo escribes en un capítulo de tu blog?
-No te preocupes, que no voy a escribir sobre ti.
Y como yo cumplo mi palabra, nuestra historia se mencionará hasta aquí.
Caigo en una depresión y este estado me obliga a buscar excusas para joderme la vida.
Me encierro en mi casa, paso doble llave a la habitación y cuando alguno de mis amigos me obliga a salir, con fastidio acepto pero bajo condiciones.
-Vamos a beber.
-Mawa, es lunes. Vamos a tomarnos un café.
-¡Qué aburrido! No quiero.
Al final aceptan salir y a la quinta cerveza tienen la paciencia para escuchar mi monólogo.
-Esta ciudad ha sido lo peor que me haya podido ocurrir. Aquí he encontrado mi felicidad en el trabajo, pero mis relaciones han sido un desastre. No entiendo que pasa.
-¿No crees que seas tú?
-¡También! Tampoco soy tan ciega como para no darme cuenta que esto es de dos. Pasa algo, que a las que debería darle todo mi cariño, no lo hago. Y con las que no están interesadas en mí me voy de boca.
No crean, me había sentado a analizar mi vida desde todos los ángulos.
Y lo que me parecía más insólito es que mis relaciones pasadas, esas que concluían en malos ratos, después de un tiempo éramos las mejores amigas.
Nos entendíamos a la perfección.
Nos dábamos consejos, nos reíamos como nunca. Algo que jamás pasaba cuando teníamos la etiqueta de novias.
-Yo le pongo nombre a algo y todo se va en picada.
-¿Por qué crees que pasa?
-Necesito un psicólogo. No puedo resolver ese rompecabezas.
Después de un tiempo caí en cuenta que la fama llega primero que uno.
De mis antiguas relaciones, alguien comentó que estar conmigo era un sube y baja de emociones y esto espantó a un grupo de gente, pero también acercó a una variedad de personas.
Y de la noche a la mañana me encontraba con mensajes directos en mis redes sociales, pero que no despertaban ningún interés de mi parte.
Le comenté a una amiga mi escasa pero movida vida sentimental.
-A veces me dan ganas de ser como tú Mawa.
-¿Cómo así?
-Sí, es que tu eres como Irak. Siempre un problema, rompen relaciones contigo, crisis diplomáticas y vuelven las conversaciones. Y otra vez lo mismo. Tú eres Irak.
Entendí la comparación porque mi amiga sería Suiza, siempre neutral y sus palabras me parecieron acertadas.
Yo soy Irak.
¿Con cuál país estoy peleada en estos días?
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