Nos imaginamos a futuro, en este pasado que somos las dos.
Yo desempolvo la sonrisa que te debo hace un tiempo atrás, estiro la mano ansiosa de promesas perdidas y te digo con un tartamudeo sin compromisos.
-Mañana soñaré contigo.
Pero miento.
Tú miras suspirando entre pecas, susurras un no, disimulas indiferencia y entonces, queda el olor.
Lo nuestro era calor y sacrificio, lo nuestro es sustituir palabras, rebuscar sinónimos con el fin de tapar una verdad.
-Mañana soñaré contigo.
-No sé cuanto podré quererte.
Somos dos almas atrapadas en este presente.
Somos una búsqueda constante de aquellos detalles.
-¿Te acuerdas de aquella vez?
Silencio. No te quieres comprometer.
-Si me mandas una foto picante no me molesto.
Tenso la cuerda de tu paciencia y tú solo ríes.
-Dime si me paso de la línea.
-No existe una línea.
Pero te pierdes una vez más, me dejas llena de preguntas ante tu silencio.
Te olvido por unos minutos, regresas de repente como una fiebre.
-Hablar contigo me hace sonreír.
Y sonreí, como aquella vez que preparabas el desayuno y desmenuzabas la comida.
Y te dije que eras una loca, y ahora lo hago solo para recordarte.
-Te quiero Mawa.
-¿Me amas?
Vuelves a evaporarte.
Nos prometemos que es la última vez.
Jamás, jamás volveremos a hablar de lo que pasó.
Pero vuelves. Me das el tiempo para seguir lanzando anzuelos a un futuro imposible.
-No quiero escribir más de ti.
-Si no lo haces, muero por siempre.
-Me duele.
-Soñé contigo...
-¿Me das detalles?
-No. Son míos.
-Yo no tengo que soñarte, siempre estás. ¿Quieres que te cuente?
-No.
No, no, no. Siempre es no.
Hago una escena, te borro de mi vida. Te someto a escasas palabras.
-No me hagas esto.
Pedimos una audiencia, llegamos a acuerdos.
Ruego verte.
Me contestas que no.
Pido, suplico, imploro y tiro las ganas por la basura.
-¡Cobarde! ¡Cobarde!
-Entiende. Tengo miedo.
Noto tu voz quebrada, puedo verte con los ojos rojos del llanto, puedo verte como siempre.
-Me duele.
-A mi también.
Nos perdimos en este círculo vicioso.
Yo desempolvo la sonrisa que te debo hace un tiempo atrás, estiro la mano ansiosa de promesas perdidas y te digo con un tartamudeo sin compromisos.
-Mañana soñaré contigo.
Pero miento.
Tú miras suspirando entre pecas, susurras un no, disimulas indiferencia y entonces, queda el olor.
Lo nuestro era calor y sacrificio, lo nuestro es sustituir palabras, rebuscar sinónimos con el fin de tapar una verdad.
-Mañana soñaré contigo.
-No sé cuanto podré quererte.
Somos dos almas atrapadas en este presente.
Somos una búsqueda constante de aquellos detalles.
-¿Te acuerdas de aquella vez?
Silencio. No te quieres comprometer.
-Si me mandas una foto picante no me molesto.
Tenso la cuerda de tu paciencia y tú solo ríes.
-Dime si me paso de la línea.
-No existe una línea.
Pero te pierdes una vez más, me dejas llena de preguntas ante tu silencio.
Te olvido por unos minutos, regresas de repente como una fiebre.
-Hablar contigo me hace sonreír.
Y sonreí, como aquella vez que preparabas el desayuno y desmenuzabas la comida.
Y te dije que eras una loca, y ahora lo hago solo para recordarte.
-Te quiero Mawa.
-¿Me amas?
Vuelves a evaporarte.
Nos prometemos que es la última vez.
Jamás, jamás volveremos a hablar de lo que pasó.
Pero vuelves. Me das el tiempo para seguir lanzando anzuelos a un futuro imposible.
-No quiero escribir más de ti.
-Si no lo haces, muero por siempre.
-Me duele.
-Soñé contigo...
-¿Me das detalles?
-No. Son míos.
-Yo no tengo que soñarte, siempre estás. ¿Quieres que te cuente?
-No.
No, no, no. Siempre es no.
Hago una escena, te borro de mi vida. Te someto a escasas palabras.
-No me hagas esto.
Pedimos una audiencia, llegamos a acuerdos.
Ruego verte.
Me contestas que no.
Pido, suplico, imploro y tiro las ganas por la basura.
-¡Cobarde! ¡Cobarde!
-Entiende. Tengo miedo.
Noto tu voz quebrada, puedo verte con los ojos rojos del llanto, puedo verte como siempre.
-Me duele.
-A mi también.
Nos perdimos en este círculo vicioso.
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