Tengo curiosidad, mucha curiosidad. Lo pienso y digo en voz alta. -¿Cuál es tu curiosidad Mawarí? El tono de la pregunta no es nada agradable, y empiezo a gaguear. No es fácil explicar este remolino de ideas acumuladas en mi interior. Todo comenzó cuando una expareja, me escribió desde un país lejano para avisar que estaría en Venezuela unos pocos días. -¡Me encantaría verte! -¡Claro! ¡Avísame! Lo dije para salir del paso, un gesto de buenas costumbres, porque mi primer pensamiento fue, "¡Ni loca me sentaría a hablar con ella! ¡Jamás!" Me había hecho mucho daño. Yo fui ese clavo que utilizó para olvidar una relación pasada, me humillaba delante de mis amigos, no dejaba de señalar mis kilos de más. Mintió hasta el extremo de creer sus propios inventos, tenía la facilidad de jurar que no, que ella no fue, cuando tenía las pruebas de su infidelidad en las manos. Fue una relación desastrosa, un choque de trenes, un pulso para ver quien destilaba más odio, una marat