Ir al contenido principal

Capítulo final (Mea culpa)

-Amiga, necesito hablar. No me gusta agobiar a las personas con mis problemas, escribo en un blog para desahogar las penas, para analizar mis fallas, pero necesito que alguien me escuche. Amiga, esto que ves aquí no es una persona, esto que tienes frente a ti es error, una humillación. Yo, que me considero una mujer arrecha, una mujer autosuficiente, le tengo terror al fracaso. Y por ese mismo temor a fallar, caigo una y otra vez de bruces contra una realidad que me supera. Yo, que como una paranoica no soporto que lleguen ni un minuto tarde, estoy atrasada, a deshora en mis relaciones. Soy incapaz de saber el tiempo exacto para rendirme, puedo seguir sin cansarme en un diálogo inútil de reclamos para llevar la razón, multiplicar las fallas de otros, restar las mías. Amiga y aún así, ante esta confesión, trago grueso para creerlo. ¿Yo? ¡Pero si hice todo bien! No creas, tengo notas mentales de mis errores y trato de corregirlos para la siguiente, porque ¡esta vez si va a funcionar! Sin pensar amiga, que el amor no es una fórmula matemática, no es lugar común donde el orden de los factores no altera el producto y aquella lista en mi cabeza con el cariño de primero, los detalles después, compresión quizás de tercero, se vuelve un ocho dentro de mí. Yo quiero eso para mí, pero ¿lo estoy dando? Y si lo doy ¿cuál es orden correcto amiga? Una vez me dijeron que estaba buscando la perfección, no amiga no es así. La verdad es que estoy buscando con mucho desespero, con hambre, con altas expectativas porque hubo más de una vez amiga, más de una vez, que me sentí amada, querida y esa sensación me quedó grabada de por vida. Tengo tanto tiempo sin sentir y decir un "Te amo", o escucharlo. Pero no son tiempos de llorar amiga. Ahora siéntate, necesito contarte lo último que pasó, no prometo ser fiel a todo esto que te he dicho, pero haré mi mejor intento.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El momento de la despedida o hasta aquí llega esta echadera de cuentos

Yo pensé que esto iba a ser muy fácil. Acaricié muchas veces la idea de llegar a este momento porque estaba loca por cerrar este ciclo que comenzó hace mucho tiempo. Prometí despedirme en la entrada 200 pero los tiempos se fueron alargando y me tocó, como muchos otros, salir de mi país. Al llegar a Lima dejé de lado el blog porque no tenía la paciencia, las ganas y la fuerza de voluntad para seguir empujando las historias. Emigrar me sumió en una especie de depresión pasiva (si esto de verdad existe) y me quitó por mucho tiempo las ganas de escribir, pero esos cuentos son para otro momento. Comencé a escribir por acá, si no me equivoco, en el año 2013.   Lo abrí tiempo después de llegar a Puerto Ordaz luego de vivir 13 años en Maracay, donde me fui a estudiar comunicación social. Llegué a Puerto Ordaz con el corazón roto porque había dejado al amor de mi vida en esa ciudad, con la promesa de regresar juntas muy pronto. Nunca ocurrió. El blog nació como una forma de sacar toda ...

¿Periodistas serios? Te voy a echar un cuento

-¡Mídete Mawa! -¿Qué quieres decir con eso? -No puedes escribir cualquier cosa en tu blog. ¡Eres una figura pública! -¿Yo? ¿Una figura pública? ¡Me entero! -Eres periodista, tus notas salen todos los días. -¿Entonces? -¡Tienes que ser seria! Ahí está el problema. No me considero una periodista seria, de esas que andan con una imagen de impoluta hipocresía por el mundo, mirando por encima del hombro a los demás, porque según la tradición, los periodistas somos dueños de la verdad. Y como acreedores ese don divino, nosotros debemos ser ejemplo de éxitos, pero no de fracasos. Me da un poco de risa esos periodistas que llegan a una rueda de prensa cargados de palabras rebuscadas, más serios que una piedra y con una distancia que dan más ganas de huir que de hablar. La idea tampoco es que te sientes en las piernas del entrevistado como si fuera tu amigo de toda la vida, pero tampoco y mucho menos, que lo trates con unas pinzas de distante asco. Y la palabra ética da vueltas en la...

Una señal del destino (I)

Les juro que si canta una vez más empezaré a gritar. Puedo jurar, que si llega a acercarse un poco más para besarme como es su intención, o para tocarme como señalan sus ganas, voy a fingir un desmayo.  Les puedo jurar que yo jamás alenté, propicié, animé, avivé -ustedes busquen los sinónimos que quieran- pero jamás hice algo para estar en esta situación tan bochornosa, atrapada en el cubículo de un baño público sin poder moverme, mientras la hermana de una compañera de trabajo me tiene acorralada dedicándome una canción. - Yo no me doy por vencida ...te recuerdo que tu hermana y mi novia están afuera...y o quiero un mundo contigo ...y estamos tardando mucho... juro que vale la pena ...juro que voy a gritar si no me dejas salir de acá... esperar, esperar y esperar un suspiro ... (Suspiro) La cantante aficionada se llama Julia, pero yo le digo Selma porque es la copia exacta de la hermana de Marge Simpson.  A Selma no parece importarle que fuera de este baño fétido ...