Ir al contenido principal

Una señal del destino (I)

Les juro que si canta una vez más empezaré a gritar.
Puedo jurar, que si llega a acercarse un poco más para besarme como es su intención, o para tocarme como señalan sus ganas, voy a fingir un desmayo. 
Les puedo jurar que yo jamás alenté, propicié, animé, avivé -ustedes busquen los sinónimos que quieran- pero jamás hice algo para estar en esta situación tan bochornosa, atrapada en el cubículo de un baño público sin poder moverme, mientras la hermana de una compañera de trabajo me tiene acorralada dedicándome una canción.
-Yo no me doy por vencida...te recuerdo que tu hermana y mi novia están afuera...yo quiero un mundo contigo...y estamos tardando mucho...juro que vale la pena...juro que voy a gritar si no me dejas salir de acá...esperar, esperar y esperar un suspiro...
(Suspiro)
La cantante aficionada se llama Julia, pero yo le digo Selma porque es la copia exacta de la hermana de Marge Simpson. 
A Selma no parece importarle que fuera de este baño fétido y con poca luz, estén su hermana, mi novia y otros de sus familiares jugando dominó y tomando cerveza. 
No estamos en un club lujoso de Maracay. 
Es un club campestre de "ambiente familiar" donde la gente se reúne para jugar bolas criollas, bingo, truco y dominó cada fin de semana. 
El sitio se llena con trabajadores de la construcción, desempleados sin futuro, personal de limpieza, camioneros, cantantes frustrados con quienes compartimos infinitas partidas de dominó.
Me lo recomendó una compañera de trabajo, quien se une cuando puede al juego.
No era el Country Club de Maracay, pero en este espacio, mi novia y yo podíamos entretenernos cada sábado.
Hasta que llegó Selma.
Selma es la hermana de mi compañera de trabajo. 
Confieso ser muy mala para detectar a otra lesbiana. Admito mi despiste total y absoluto para olfatear señales de coqueteo de una desconocida, pero Selma subió la apuesta de un día para otro.
De esquivarme la mirada o apenas hablarme, Selma consiguió mi número de teléfono con su hermana y buscaba cualquier excusa para llamar.
Primero era para confirmar mi asistencia a la próxima partida de dominó, luego era para preguntar sobre el paradero de su hermana, lo siguiente fueron mensajes de buenos días o buenas noches.
Opté por no atenderle el teléfono porque Alejandra, mi novia, estaba cada vez más molesta.
Una noche, recibí una llamada en mi celular de un número desconocido.
Era Julia, o Selma como quieran llamarla.
-¿Puedes salir un momento?
-¿Julia?
-Estoy afuera de tu casa.
-¿Por qué estás afuera?
-Sal un momento que quiero decirte algo.
-¡Son las 10 de la noche! ¿Qué pasa?
-Es que quiero invitarte a un concierto de Maelo Ruíz.
-¿QUÉ? 
Cuando volteo, Alejandra está a mi lado con cara de muy pocos amigos.
-¿Quién es?
Balbuceo, me pongo roja, intento inventar algo pero no me sale a tiempo.
-¿Es esa tipa verdad?
Sin tiempo para responder, Alejandra agarra el celular pero no dice nada. Escucha atentamente aguantando la respiración, agazapada como una leona a punto de atacar. 
Corta la comunicación, busca las llaves de la casa y sale corriendo a la calle.
Ni loca voy detrás de ella.
Quiero esconderme, pienso en huir y voy camino al baño cuando escucho la voz de Alejandra.
-Mawarí, ¿Me puedes decir qué pasa con esa tipa?
-Nada mi amor.
-¿Por qué te llama tanto?
-No sé mi vida.
-¿No sabes? ¿Qué le hiciste para que te busque de esa manera?
-No hice nada mi cielo.
-¡Algo debiste haberle dicho para que no deje de perseguirte! ¡Dime!
-Te juro que no le dije nada corazón.
-Salí y no la encontré, porque le iba a hacer de todo. ¡Hasta te dedica una canción! ¡Luis Fonsi! 
La misma canción que ahora me canta encerradas en este baño fétido y con poca luz.  
-Una señal del destino, iii, no...Julia si llega mi novia y nos encuentra acá...no me canso, no me rindo...no vas a salir viva, ni yo tampoco...no me doy por vencida...¡Si chama! ¡Date por vencida! ¡Esa canción es una mierda y es mentira! ¡A veces hay que darse por vencido! ¡Porque no me gustas, porque tengo novia, porque aquí no va a pasar absolutamente nada! ¡Porque no me gusta ni Fonsi ni Maelo Ruíz! ¡Porque...
Pero cuando iba a continuar, escucho que tocan la puerta del cubículo.
-¿Mawarí? ¿Julia? ¿Qué hacen allí? ¡Abran la puerta!




Comentarios

Entradas populares de este blog

El momento de la despedida o hasta aquí llega esta echadera de cuentos

Yo pensé que esto iba a ser muy fácil. Acaricié muchas veces la idea de llegar a este momento porque estaba loca por cerrar este ciclo que comenzó hace mucho tiempo. Prometí despedirme en la entrada 200 pero los tiempos se fueron alargando y me tocó, como muchos otros, salir de mi país. Al llegar a Lima dejé de lado el blog porque no tenía la paciencia, las ganas y la fuerza de voluntad para seguir empujando las historias. Emigrar me sumió en una especie de depresión pasiva (si esto de verdad existe) y me quitó por mucho tiempo las ganas de escribir, pero esos cuentos son para otro momento. Comencé a escribir por acá, si no me equivoco, en el año 2013.   Lo abrí tiempo después de llegar a Puerto Ordaz luego de vivir 13 años en Maracay, donde me fui a estudiar comunicación social. Llegué a Puerto Ordaz con el corazón roto porque había dejado al amor de mi vida en esa ciudad, con la promesa de regresar juntas muy pronto. Nunca ocurrió. El blog nació como una forma de sacar toda ...

¿Periodistas serios? Te voy a echar un cuento

-¡Mídete Mawa! -¿Qué quieres decir con eso? -No puedes escribir cualquier cosa en tu blog. ¡Eres una figura pública! -¿Yo? ¿Una figura pública? ¡Me entero! -Eres periodista, tus notas salen todos los días. -¿Entonces? -¡Tienes que ser seria! Ahí está el problema. No me considero una periodista seria, de esas que andan con una imagen de impoluta hipocresía por el mundo, mirando por encima del hombro a los demás, porque según la tradición, los periodistas somos dueños de la verdad. Y como acreedores ese don divino, nosotros debemos ser ejemplo de éxitos, pero no de fracasos. Me da un poco de risa esos periodistas que llegan a una rueda de prensa cargados de palabras rebuscadas, más serios que una piedra y con una distancia que dan más ganas de huir que de hablar. La idea tampoco es que te sientes en las piernas del entrevistado como si fuera tu amigo de toda la vida, pero tampoco y mucho menos, que lo trates con unas pinzas de distante asco. Y la palabra ética da vueltas en la...