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Los demonios

-Papá ¿Me puedes escuchar? Abre los ojos, mírame. Aprieta mi mano.
¿Por qué? Dime ¿Por qué? Te perdiste quince años de mi vida y entras ahora de esta forma. ¿Por qué? Abre los ojos y responde.
Te odié tanto, tanto, tanto que no me cabía en el pecho todo este rencor.
Te deseé lo peor y ahora estoy aquí frente a ti rogando que me mires una vez más, una última vez, por favor.
¿Qué hiciste en estos quince años? ¿Qué nos hiciste en todo este tiempo?
No estuviste conmigo para ver mis triunfos y mis derrotas, no te enteraste de mi graduación, no pudiste aconsejarme cuando me invadía la duda.
No te pude decir que estaba confundida, que me había enamorado de una mujer. Quería saber que pensabas tú.
Quería que me volvieras a leer, a enseñarme la vida por ese camino utópico donde los hombres y mujeres eran libres, solo porque tenían el poder de la verdad.
¿Cual es ese camino papá?
De tanto huirle a mi pasado, de tanto luchar contra ti y tu recuerdo, me di cuenta que me volví como tú.
Soy tu extensión.
No solo compartimos la sangre, también los mismos demonios.
He buscado autodestruirme toda la vida, así como tú lo hiciste.
Sabías que te ibas a morir y no hiciste nada para detenerlo.
Llegas ahora a buscarnos ¿para qué?
Te odio,
Te amo
No me dejes ahora que apareciste, coño. Te necesito, te necesité siempre.
No te me vayas.
Abre los ojos por favor.

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