Ir al contenido principal

El fin del caos (Parte II)

 Me lamía y chupaba el cuello con una furia carnosa tan intensa que me provocaba mareos, además de un puntazo de dolor.

Él estaba sentado en la esquina de un sofá horrorosamente cutre tapizado con flores silvestres. Yo, sentada encima de él, buscaba rabiosamente que esas manos tocando mis senos por debajo de la blusa, sus dientes pegados a mi cuello como un pitbull en celo o su evidente erección por encima del pantalón, prendieran alguna mecha de deseo en mí, pero era imposible. 

En cambio, mientras él intentaba por todos los medios complacerme con caricias salvajes y torpes, yo me entretenía guardando todos los detalles del apartamento 4B. 

Una máquina de hacer ejercicios abandonada en un rincón, un equipo de sonido lleno de polvo, una mesita cerca de la puerta de salida abarrotada de fotos familiares, muñequitos de porcelanas, una biblia abierta, una pipa de marihuana, las llaves de la casa.

A mi espalda la cocina iluminada. Frente a mí, una pared que en su mejor momento fue blanca, pero los dueños decidieron esconderla colgando monótonos cuadros de paisajes naturales.

-¡No me jodas Mawa!

La frase de David me paró en seco.

-Me cuentas que estabas en un cuarteto y empiezas a hablar que si de cuadros, de muñequitos, ¡de pendejadas!

-¿Te puedes esperar? Estaba por contar lo que pasaba en la otra esquina del sofá.

Una canción de Soda Stereo, Entre Caníbales, salía desde mi celular. 

"Entre caníbales, el dolor es veneno nena y no lo sentirás hasta el fin mientras te muevas, lento...lento".

Tarareaba mientras me movía pausada encima de él, evitando escuchar los agudos gemidos de placer que llegaban del otro lado del sofá. Decidí mirar.

Ahí estaba mi amiga, en cuatro, totalmente extasiada realizando con maestría de Mia Khalifa, el sexo oral a ese tipo que llamaba su amigo con derecho. 

Me quedé un rato viéndolos. 

Maravillada ante lo prohibido, impresionada por estar observando la escena de una película porno, pero no desde una pantalla, a pocos centímetros de mí tan real que podía olerla, sentirla o estirar mi mano y tocarla.

Me olvidaba que también estaba participando en ella.

-¿Me das un momento? 

Le dije a mi pareja momentánea y sin esperar respuesta salté hacia la cocina buscando un poco de aire.

El lugar era un desastre. 

Parecía la cocina de una estrella de rock llena de latas de cerveza, una botella de vodka a medio terminar, otra botella pero de ron, un litro de Pepsi, colillas de cigarros, marihuana, aquello blanco parecían líneas de cocaína, un sostén encima de una tetera, un enorme espejo al fondo que mostraba mi imagen tan borrosa, tan herida. 

-Nena, ¿estás bien?

Me dijo mi amiga tocándome con dulzura el brazo.

No, no estoy bien. 

Pero no dije eso.

-Sí, todo bien.

-Sé que te cuesta un poco. Estás incómoda porque no te gustan los hombres.

Claro marica, tú me conoces e igual me traes acá engañada y yo de caótica, estúpida, arriesgada, digo que sí.

Pero no dije eso.

- ¿Por qué no vamos al sofá y me haces sexo oral!

No supe si era una pregunta o una imposición, aún así me dejé llevar. 

Como en sueños, contemplé como se tendía en el espantoso sofá. Observé como abría las piernas ante mí. Sentí sus manos guiando mi cabeza. Me vi arrodillándome ante sus deseos, pero, ¿eran los míos?


Comentarios

Entradas populares de este blog

Una señal del destino (I)

Les juro que si canta una vez más empezaré a gritar. Puedo jurar, que si llega a acercarse un poco más para besarme como es su intención, o para tocarme como señalan sus ganas, voy a fingir un desmayo.  Les puedo jurar que yo jamás alenté, propicié, animé, avivé -ustedes busquen los sinónimos que quieran- pero jamás hice algo para estar en esta situación tan bochornosa, atrapada en el cubículo de un baño público sin poder moverme, mientras la hermana de una compañera de trabajo me tiene acorralada dedicándome una canción. - Yo no me doy por vencida ...te recuerdo que tu hermana y mi novia están afuera...y o quiero un mundo contigo ...y estamos tardando mucho... juro que vale la pena ...juro que voy a gritar si no me dejas salir de acá... esperar, esperar y esperar un suspiro ... (Suspiro) La cantante aficionada se llama Julia, pero yo le digo Selma porque es la copia exacta de la hermana de Marge Simpson.  A Selma no parece importarle que fuera de este baño fétido ...

El momento de la despedida o hasta aquí llega esta echadera de cuentos

Yo pensé que esto iba a ser muy fácil. Acaricié muchas veces la idea de llegar a este momento porque estaba loca por cerrar este ciclo que comenzó hace mucho tiempo. Prometí despedirme en la entrada 200 pero los tiempos se fueron alargando y me tocó, como muchos otros, salir de mi país. Al llegar a Lima dejé de lado el blog porque no tenía la paciencia, las ganas y la fuerza de voluntad para seguir empujando las historias. Emigrar me sumió en una especie de depresión pasiva (si esto de verdad existe) y me quitó por mucho tiempo las ganas de escribir, pero esos cuentos son para otro momento. Comencé a escribir por acá, si no me equivoco, en el año 2013.   Lo abrí tiempo después de llegar a Puerto Ordaz luego de vivir 13 años en Maracay, donde me fui a estudiar comunicación social. Llegué a Puerto Ordaz con el corazón roto porque había dejado al amor de mi vida en esa ciudad, con la promesa de regresar juntas muy pronto. Nunca ocurrió. El blog nació como una forma de sacar toda ...

La despedida (y II)

-No. Está saliendo conmigo. Un golpe directo al estómago. Eres un amigo horroroso, horrible. ¿Cómo coño se te ocurre salir con mi ex? ¡Tú eres uno de mis mejores amigos! Sabes la importancia de esa mujer en mi vida. Conociste de primera mano todo el tiempo y el esfuerzo que me tocó conquistarla. ¡Lloré en tu hombro cuando terminamos! Te dije que me había enamorado de ella, que me dejó el corazón roto, que gracias a ella volvió mi arrechera a las bisexuales. ¡Me diste ánimo! Me dijiste que ella no valía la pena, que era una loca, una indefinida. ¡Hipócrita! La querías para ti todo este tiempo. Yo siempre supe que ella te gustaba, siempre, pero jamás pensé en esta traición, de ti no, todos menos tú. Seguramente me vas a decir que ya lo nuestro terminó, pero David, el código dice que nunca vas a salir con el ex de un amigo. ¡Claro! No se te ocurrió mejor momento de darme la noticia cuando me voy del país. ¡Cobarde! ¡Yo jamás te quité una novia! ¡Ah, no perdón! Es que nunca te conocí una...