-Voy a buscar mi guitarra.
Me entusiasmé a duras penas, tratando de disimular mi tristeza para no desentonar en la reunión con mis amigos, pero no es cualquier reunión, es mi despedida.
Malditas despedidas.
Cansada de decirle adiós a mis mejores amigos, a exparejas y conocidos, ahora estoy yo aquí, aprovechando las pocas horas que me quedan en Venezuela para emborracharme hasta olvidar mi nombre.
Y, como siempre pasa cuando decido beber hasta agotar mi mente, voy muy bien.
Edgardo regresa con la guitarra.
Por ahora solo estamos él y yo, esperando a los demás que andan en busca de hielo y alcohol.
-¿Qué quieres que toque?
-No sé, algo que no sea triste.
Edgardo es un ingeniero químico tan compenetrado con su carrera, tan intensamente obsesionado con su profesión, digamos, tan nerd, que bautizó a cada miembro de este pequeño grupo selecto con el nombre de algún metal, según la tabla periódica.
Él es plomo, Pb.
Por el hecho de ser una persona fácil de fundirse con los demás, de acoplarse.
Yo soy Ti, por Titanio.
Y la razón es simple y tonta a la vez: en mi último despecho coloqué la canción Titanium de Sia, unas 158 veces.
-Ti, para este momento te voy a dedicar Let It Be.
Los otros dos integrantes de este pequeño clan, es mi buen amigo David conocido como Ga, de Galio.
Yo soy periodista, repetí química de segundo año, y es por esto que debieron explicarme
muchas veces que el Galio es uno de los metales más raros, un elemento que no está en la naturaleza, y se transforma en líquido a temperaturas muy cercanas a las del ambiente.
En conclusión, mi amigo David es un tipo muy atípico, muy blandito ante cualquier situación.
Y la otra es Fe, el símbolo químico del hierro, por su carácter duro y denso y no diré su nombre, solo es ella, Fe.
Voy recordando estas señas entre amigos, repasando todas las noches de locuras, los consejos que ninguno tomó en cuenta mientras Pb termina con la guitarra.
Y empiezo a llorar.
-Ey, ey. No te me pongas así.
Todavía no me siento como una emigrante, tengo este dolor de estómago, estas arcadas llenas de miedo, inseguridades y rabia por mi futuro.
Estoy huyendo de mi país y la sensación me provoca unas ganas inmensas de gritar, llorar, patalear, pero no puedo, hoy no, no frente a mis amigos.
No ahora que llegan Galio y Fe, David y mi amiga.
-Pb, no les digas que estuve llorando.
Media botella de ron y quince cervezas más tarde, las lágrimas eran un mal recuerdo.
-Nena, aprovecha el tiempo que te queda en Venezuela para mirar mujeres bellas, porque tú me dirás, ¿Perú?
-Fe, ¡Por Dios!
-Nena, ¿Perú? ¡No vas a ver mujeres lindas más nunca en tu vida!
-¡No seas tan xenofóbica!
-Marica, pero ¿Perú? ¿Qué coño vas a hacer en ese país?
-Fe, ¡No le digas eso a Mawa! Al menos es mejor que Venezuela. ¡Todo es mejor que Venezuela!
-Me vas a perdonar Edgardo, pero ¿Perú?
-Va a ser por poco tiempo.
Me engañaba, quizás porque a veces es mejor vivir en una eterna mentira. Eso sí, tengo este extraño y tan preciso presentimiento que esta noche, era la última vez que estaría con mis amigos.
-Les quiero pedir perdón por todas las veces que me emborrachė y los dejé en ridículo, o los insulte, los quiero mucho. ¡Nunca más volverá a pasar!
Y me reí de mi chiste de mal gusto, me seguí riendo sin ninguna explicación, tratando de mantener el ánimo arriba, simulando que no había dolor, y que la noche duraría para siempre.
Estaba buscando una cerveza cuando David, a.k.a Galio, se acercó para darme una noticia.
-¿Sabes quién está por llegar?
Y pronunció un nombre con tanto pasado que me estremeció. En la tabla periódica de mis amigos es Au, el Oro, una mujer que presenté en el grupo y fue aceptada de manera inmediata.
Una chama que comenzó como una conocida de todos, luego se convirtió en una amiga, para luego ser un reto para mí.
A pesar de tener novio, la perseguía con insistencia, le escribía en las noches y en cada reunión no dejaba de buscarla, hasta que al fin la encontré.
Pero esa aventura duró hasta que el novio se enteró y ella dejó de visitar el grupo, y dejó de hablarme.
¿Me enamoré? Solo un poco.
-¿Y eso?
-Se quiere despedir de Ti.
-Ummmm. Va a ser interesante la noche. ¿El último polvo?
-Mawa, quería decirte algo.
-¿Qué? ¿Volvió con el novio?
-No. Está saliendo conmigo.
Me entusiasmé a duras penas, tratando de disimular mi tristeza para no desentonar en la reunión con mis amigos, pero no es cualquier reunión, es mi despedida.
Malditas despedidas.
Cansada de decirle adiós a mis mejores amigos, a exparejas y conocidos, ahora estoy yo aquí, aprovechando las pocas horas que me quedan en Venezuela para emborracharme hasta olvidar mi nombre.
Y, como siempre pasa cuando decido beber hasta agotar mi mente, voy muy bien.
Edgardo regresa con la guitarra.
Por ahora solo estamos él y yo, esperando a los demás que andan en busca de hielo y alcohol.
-¿Qué quieres que toque?
-No sé, algo que no sea triste.
Edgardo es un ingeniero químico tan compenetrado con su carrera, tan intensamente obsesionado con su profesión, digamos, tan nerd, que bautizó a cada miembro de este pequeño grupo selecto con el nombre de algún metal, según la tabla periódica.
Él es plomo, Pb.
Por el hecho de ser una persona fácil de fundirse con los demás, de acoplarse.
Yo soy Ti, por Titanio.
Y la razón es simple y tonta a la vez: en mi último despecho coloqué la canción Titanium de Sia, unas 158 veces.
-Ti, para este momento te voy a dedicar Let It Be.
Los otros dos integrantes de este pequeño clan, es mi buen amigo David conocido como Ga, de Galio.
Yo soy periodista, repetí química de segundo año, y es por esto que debieron explicarme
muchas veces que el Galio es uno de los metales más raros, un elemento que no está en la naturaleza, y se transforma en líquido a temperaturas muy cercanas a las del ambiente.
En conclusión, mi amigo David es un tipo muy atípico, muy blandito ante cualquier situación.
Y la otra es Fe, el símbolo químico del hierro, por su carácter duro y denso y no diré su nombre, solo es ella, Fe.
Voy recordando estas señas entre amigos, repasando todas las noches de locuras, los consejos que ninguno tomó en cuenta mientras Pb termina con la guitarra.
Y empiezo a llorar.
-Ey, ey. No te me pongas así.
Todavía no me siento como una emigrante, tengo este dolor de estómago, estas arcadas llenas de miedo, inseguridades y rabia por mi futuro.
Estoy huyendo de mi país y la sensación me provoca unas ganas inmensas de gritar, llorar, patalear, pero no puedo, hoy no, no frente a mis amigos.
No ahora que llegan Galio y Fe, David y mi amiga.
-Pb, no les digas que estuve llorando.
Media botella de ron y quince cervezas más tarde, las lágrimas eran un mal recuerdo.
-Nena, aprovecha el tiempo que te queda en Venezuela para mirar mujeres bellas, porque tú me dirás, ¿Perú?
-Fe, ¡Por Dios!
-Nena, ¿Perú? ¡No vas a ver mujeres lindas más nunca en tu vida!
-¡No seas tan xenofóbica!
-Marica, pero ¿Perú? ¿Qué coño vas a hacer en ese país?
-Fe, ¡No le digas eso a Mawa! Al menos es mejor que Venezuela. ¡Todo es mejor que Venezuela!
-Me vas a perdonar Edgardo, pero ¿Perú?
-Va a ser por poco tiempo.
Me engañaba, quizás porque a veces es mejor vivir en una eterna mentira. Eso sí, tengo este extraño y tan preciso presentimiento que esta noche, era la última vez que estaría con mis amigos.
-Les quiero pedir perdón por todas las veces que me emborrachė y los dejé en ridículo, o los insulte, los quiero mucho. ¡Nunca más volverá a pasar!
Y me reí de mi chiste de mal gusto, me seguí riendo sin ninguna explicación, tratando de mantener el ánimo arriba, simulando que no había dolor, y que la noche duraría para siempre.
Estaba buscando una cerveza cuando David, a.k.a Galio, se acercó para darme una noticia.
-¿Sabes quién está por llegar?
Y pronunció un nombre con tanto pasado que me estremeció. En la tabla periódica de mis amigos es Au, el Oro, una mujer que presenté en el grupo y fue aceptada de manera inmediata.
Una chama que comenzó como una conocida de todos, luego se convirtió en una amiga, para luego ser un reto para mí.
A pesar de tener novio, la perseguía con insistencia, le escribía en las noches y en cada reunión no dejaba de buscarla, hasta que al fin la encontré.
Pero esa aventura duró hasta que el novio se enteró y ella dejó de visitar el grupo, y dejó de hablarme.
¿Me enamoré? Solo un poco.
-¿Y eso?
-Se quiere despedir de Ti.
-Ummmm. Va a ser interesante la noche. ¿El último polvo?
-Mawa, quería decirte algo.
-¿Qué? ¿Volvió con el novio?
-No. Está saliendo conmigo.
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