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La casa del pecado (I)

-¡Bienvenida! Mawa, te compré las cervezas que te gustan.
-No quiero, me estoy desintoxicando.
-¿Y esa vaina?
-Estoy cumpliendo los pasos de Alcohólicos Anónimos sin ir a una reunión. Quiero evitarme la pena de pararme ante ellos y admitir que tengo un grave problema con la bebida.
-Una sola no hace daño.
-Tomo una y no paro.
-¡Eres tan divertida bebida!
-Las primeras diez, después no respondo de lo que hago. ¿Qué otra cosa tienes?
-Ummm, Vodka, ginebra, guarapita, ron, un dedo de güisqui,maría, polvo de ángel.
-Agua.
-¡Aburrida! Déjame ver si tengo, no prometo nada.
Venir a esta fiesta es una muy mala idea.
Esta casa es un imán para personajes llenos de vicios tan peligrosos como la cocaína, tan fuertes como el alcohol, tan sutiles como la marihuana y por supuesto, el sexo.
Todo en esta casa respira sexo.
Ahora que cumplo un mes sobria, me preocupa que las puertas estén tan abiertas para mí.
El dueño, un gay con tantas historias escabrosas que harían palidecer cualquier blog, me tiene una ardiente devoción.
Desde el primer momento nos reconocimos como iguales, quizás sea porque él suele ponerse mi ropa y travestirse para el deleite de los invitados.
En la fiesta está su abusivo novio.
Un tipo de estos que no admiten su homosexualidad, con esposa y un hijo, pero que practica con mi amigo algo que muy peculiar.
-Pensé que habían terminado.
-No, sabes que él me hace un fisting divino...¿Te acuerdas? Él me penetra con su...
-Sí, no me recuerdes. Los detalles son muy dolorosos.
Echo un vistazo por el lugar y pienso que habrá problemas.
No solo está un nutrido grupo de gays y lesbianas, los heterosexuales invitados están en las oscuras esquinas besándose como si no hubiese mañana.
La fiesta comenzó hace dos horas y ya podemos empezar a filmar una película pornográfica.
Mi vista se detiene en dos mujeres, hablan muy bajo alejadas de toda esta locura.
Intercambio miradas con una de ellas, una morena con escote que deja a la vista una piel hermosa.
Sus ojos negros me traspasan, me siento desnuda, transparente, sin ningún tipo de miedos.
Quiero que esa mirada me persiga por siempre.
El flechazo es inminente.
¡Así que esto es el amor a primera vista!
Me acerco a mi amigo.
-¿Quién es ella?
-¿Quién?
-¡Ella!
-¡Ah! Es la novia de mi mejor amiga Fabiola. ¿Por qué?
-Curiosidad.
-¡Mawa! ¡Mawa! Te voy a vigilar...Tienes novia. ¡Ni siquiera lo pienses!
-¡No estoy haciendo nada!
-Te vi los ojos. Tu novia no está aquí, pero te voy a estar vigilando.
Ante la amenaza me prometí no verla más en toda la noche, obligándome a ser una espectadora pasiva de la fiesta.
Sin una gota de alcohol todo me parece un caos.
Los baños no se desocupan porque las parejas entran y salen como si fuera un motel.
Voy a servirme un vaso de agua y un chico y una chica están apoyados en la nevera en una danza erótica preludio a un sexo oral.
Las luces se apagan.
Suena Joe Cocker, "You can leave your hat on".
Una chica bajita coloca una silla en medio de la sala y me señala con movimientos sensuales.
Miro a los lados.
-¡Dale Mawa! Te va a hacer un stripper.
-¿A mí?
-Sí, tiene toda la noche mirándote.
-¿A mí?
-¡Anda!
-¿Y mi novia?
-Yo no le voy a decir nada.
-¡Ah! ¿Esto sí no se lo vas a decir?
Ella me jala y de un empujón me sienta.
Puedo sentir como mis orejas se calientan de la pena.
Todos miran, o eso creo yo.
La desconocida empieza a restregarse entre mis piernas, se sienta frente a mí para oler mi cabello y mi cuello.
Trata de quitar un botón de mi camisa.
-No, no. Así estoy bien.
-¿Qué?
Sus manos bajan a mis senos.
Me quiero ir. Estoy incómoda.
Me levanto y estampo, como una dama, un beso en su mano.
Salgo sin dirección hacia una de las habitaciones, cuando abro la puerta, ella, la morena está acostada sola en la cama.
-¡Hola!
Tartamudeo.
-Ho...Ola.
-Mawa, ¿no?
Cierro la puerta, me acerco a mi amigo.
-No puedo más.
-¿Qué pasó?
-Destapa dos cervezas, las necesito.






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