Tengo una cita a ciegas.
Bueno, no es tanto a ciegas, ya sé quien es la persona, hemos hablado varias veces y la insistencia fue tanta que accedí a ir.
Por cierto, es un hombre.
Pienso en esto de ampliar la mente, los horizontes y darle oportunidad al destino a conocer a la persona de mi vida, aunque el género nunca haya coincidido con mis preferencias, pero le estoy escapando a ese nunca.
-¿Te imaginas Mawa, que en todo este tiempo que has pensando que eres lesbiana, estés con un tipo y te des cuenta que eres heterosexual?
-Sería una gran cagada.
-Me parece bien Mawa que abras tu mente, todos deberíamos ser bisexuales.
-Lo dice un tipo como tú, que nunca ha estado con una mujer y la idea le produce asco.
-Por eso lo digo Mawa, yo estoy en la búsqueda de una mujer que lo haga conmigo.
-Ajá
-Pero me tienes que explicar como se hace
-¿Qué en específico?
-Todo. Lo primero Mawa ¿sabe tan feo como se ve?
-Me siento incómoda con esta conversación.
-Tienes razón, háblame de tu cita a ciegas.
Para el encuentro me visto para impresionar: camisa sexy, pantalones pegados, botas y el perfume que no falla.
Me invita a tomar vino, pero le digo que prefiero la cerveza, no sé si eso es menos o más femenino, pero él accede encantado.
Estamos tomando al aire libre y como vivimos en una ciudad donde todos se conocen, pronto tenemos a tres personas más en la mesa.
Me siento liberada porque eso evita caer en unos temas que se estaban tornando íntimos.
El tipo me cae bien, es inteligente, interesante, con buen humor y serio, así como le gustan a mis amigas.
Unas horas después voy al baño, pero al salir lo veo esperando en la puerta.
Uno sabe cuando se aproxima un beso, yo lo vi en sus ojos y en su manera de acercarse tan decidido hacia mí.
No tenía escapatoria, pensé en un segundo por dónde huir, así que cuando llegó muy cerca, voltee la cara y el beso cayó en la mejilla.
Él sonrió.
-¿Por qué te haces la dura?
Interpretó el gesto de otra manera, pero no lo saqué del error.
Me llevó hasta mi casa y en el camino esquivé sus ganas como una malabarista en una cuerda floja.
Llamé a mi amigo.
-¿Qué era eso de ser bisexual?
-¿Ah?
-¿Qué todos deberíamos ser bisexuales?
-Sí.
-Serás tú, porque yo no puedo.
Bueno, no es tanto a ciegas, ya sé quien es la persona, hemos hablado varias veces y la insistencia fue tanta que accedí a ir.
Por cierto, es un hombre.
Pienso en esto de ampliar la mente, los horizontes y darle oportunidad al destino a conocer a la persona de mi vida, aunque el género nunca haya coincidido con mis preferencias, pero le estoy escapando a ese nunca.
-¿Te imaginas Mawa, que en todo este tiempo que has pensando que eres lesbiana, estés con un tipo y te des cuenta que eres heterosexual?
-Sería una gran cagada.
-Me parece bien Mawa que abras tu mente, todos deberíamos ser bisexuales.
-Lo dice un tipo como tú, que nunca ha estado con una mujer y la idea le produce asco.
-Por eso lo digo Mawa, yo estoy en la búsqueda de una mujer que lo haga conmigo.
-Ajá
-Pero me tienes que explicar como se hace
-¿Qué en específico?
-Todo. Lo primero Mawa ¿sabe tan feo como se ve?
-Me siento incómoda con esta conversación.
-Tienes razón, háblame de tu cita a ciegas.
Para el encuentro me visto para impresionar: camisa sexy, pantalones pegados, botas y el perfume que no falla.
Me invita a tomar vino, pero le digo que prefiero la cerveza, no sé si eso es menos o más femenino, pero él accede encantado.
Estamos tomando al aire libre y como vivimos en una ciudad donde todos se conocen, pronto tenemos a tres personas más en la mesa.
Me siento liberada porque eso evita caer en unos temas que se estaban tornando íntimos.
El tipo me cae bien, es inteligente, interesante, con buen humor y serio, así como le gustan a mis amigas.
Unas horas después voy al baño, pero al salir lo veo esperando en la puerta.
Uno sabe cuando se aproxima un beso, yo lo vi en sus ojos y en su manera de acercarse tan decidido hacia mí.
No tenía escapatoria, pensé en un segundo por dónde huir, así que cuando llegó muy cerca, voltee la cara y el beso cayó en la mejilla.
Él sonrió.
-¿Por qué te haces la dura?
Interpretó el gesto de otra manera, pero no lo saqué del error.
Me llevó hasta mi casa y en el camino esquivé sus ganas como una malabarista en una cuerda floja.
Llamé a mi amigo.
-¿Qué era eso de ser bisexual?
-¿Ah?
-¿Qué todos deberíamos ser bisexuales?
-Sí.
-Serás tú, porque yo no puedo.
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