-No quiero que me malinterpretes. Te pregunté en esa oportunidad si a pesar de conocer todos los ciclos por los que tienes que pasar, desde el momento en que sabes que te enamoraste, hasta el día en que te das cuenta que todo termina, y entras en ese maluco guayabo querías, aún así, a pesar de todo el lío...¿enamorarte? Lo digo porque sin duda, no puedo negarlo, ¡Vale la pena! Sí, sí, no creas que estoy loca. Chama, lo mejor del final, no es que quiera insistir en este sentimiento pesimista, pero lo mejor del final es terminar bien con tu ex. No, creas, pasa mucho y no es malo. O en un caso hipotético al menos no quedar con un sentimiento de odio porque si se da ese caso, quedar herida de rencores, tú serías la perdedora ¿Y no queremos perder verdad? En mi caso, mi última ex me montó tantos los cuernos, que ese debe ser el motivo por el que ahora se me cae más el cabello...¡No te rías! ¡Es verdad! Aquello fue una carnicería del engaño, lo mínimo que ella se merecía de mi parte era que la escupiera en la cara, o bueno, no nos pongamos tan extremos...que cruzara la calle al verla, negarle el saludo, borrarla de las redes sociales pero ¡No! Fíjate que hasta le regalo un "me gusta" todo el tiempo que cuelga una foto con su novia en las redes sociales. Y no lo hago por hipócrita, me parece que se ven bellas juntas, digamos que es eso que llaman crecer, madurar, avanzar, no guardar rencores, toda esa paja que al final tiene un significado. No sé si es el caso de ella pero muchas ex después que te terminan, pero en especial si tú la terminas a ellas tienden a crearse un mundo idílico lejos de ti. Son más felices, conocen a alguien y lo aman con locura, si nunca se tomaron fotos contigo, ahora con la nueva si tiene miles con ellas y de paso, las comparten. Digamos que hacen todo lo posible para mandar un mensaje..."gracias por dejarme o después que te dejé estoy mejor sin ti". Tú a esas mujeres les regala un me gusta inmenso, para que dejes el mensaje claro, no me importa tu vida, no me interesa que ahora seas feliz...yo también lo soy. Y fíjate que soy de tan de avanzada, tan de este siglo, tan de la generación millennials, que hasta te dejo una carita feliz. Ese no sentir nada por una antigua pareja es poder puro, es una suave sensación en forma de latido que te recorre el cuerpo ¡Derrotaste el guayabo! ¡Eres una mujer fuerte! En ese momento chama, sabes que en esa batalla de David contra Goliat derrotaste a la bestia, porque vivir con este montón de recuerdos corroe más que la sal, y de alguna forma sentirte libre, sin ataduras, sin rencores, eso es como...como un último orgasmo que te ofrece esa persona, el último polvo como la canción de Caramelos de Cianuro, y por todo esto, ¿vale la pena enamorarse? Una y mil veces, y más yo que soy una masoquista...¿Pedimos la cuenta?
Me lamía y chupaba el cuello con una furia carnosa tan intensa que me provocaba mareos, además de un puntazo de dolor. Él estaba sentado en la esquina de un sofá horrorosamente cutre tapizado con flores silvestres. Yo, sentada encima de él, buscaba rabiosamente que esas manos tocando mis senos por debajo de la blusa, sus dientes pegados a mi cuello como un pitbull en celo o su evidente erección por encima del pantalón, prendieran alguna mecha de deseo en mí, pero era imposible. En cambio, mientras él intentaba por todos los medios complacerme con caricias salvajes y torpes, yo me entretenía guardando todos los detalles del apartamento 4B. Una máquina de hacer ejercicios abandonada en un rincón, un equipo de sonido lleno de polvo, una mesita cerca de la puerta de salida abarrotada de fotos familiares, muñequitos de porcelanas, una biblia abierta, una pipa de marihuana, las llaves de la casa. A mi espalda la cocina iluminada. Frente a mí, una pared que en su mejor momento fue blanca,
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