Ir al contenido principal

Anatomía de un guayabo (y II)

-No quiero que me malinterpretes. Te pregunté en esa oportunidad si a pesar de conocer todos los ciclos por los que tienes que pasar, desde el momento en que sabes que te enamoraste, hasta el día en que te das cuenta que todo termina, y entras en ese maluco guayabo querías, aún así, a pesar de todo el lío...¿enamorarte? Lo digo porque sin duda, no puedo negarlo, ¡Vale la pena! Sí, sí, no creas que estoy loca. Chama, lo mejor del final, no es que quiera insistir en este sentimiento pesimista, pero lo mejor del final es terminar bien con tu ex. No, creas, pasa mucho y no es malo. O en un caso hipotético al menos no quedar con un sentimiento de odio porque si se da ese caso, quedar herida de rencores, tú serías la perdedora ¿Y no queremos perder verdad? En mi caso, mi última ex me montó tantos los cuernos, que ese debe ser el motivo por el que ahora se me cae más el cabello...¡No te rías! ¡Es verdad! Aquello fue una carnicería del engaño, lo mínimo que ella se merecía de mi parte era que la escupiera en la cara, o bueno, no nos pongamos tan extremos...que cruzara la calle al verla, negarle el saludo, borrarla de las redes sociales pero ¡No! Fíjate que hasta le regalo un "me gusta" todo el tiempo que cuelga una foto con su novia en las redes sociales. Y no lo hago por hipócrita, me parece que se ven bellas juntas, digamos que es eso que llaman crecer, madurar, avanzar, no guardar rencores, toda esa paja que al final tiene un significado. No sé si es el caso de ella pero muchas ex después que te terminan, pero en especial si tú la terminas a ellas tienden a crearse un mundo idílico lejos de ti. Son más felices, conocen a alguien y lo aman con locura, si nunca se tomaron fotos contigo, ahora con la nueva si tiene miles con ellas y de paso, las comparten. Digamos que hacen todo lo posible para mandar un mensaje..."gracias por dejarme o después que te dejé estoy mejor sin ti". Tú a esas mujeres les regala un me gusta inmenso, para que dejes el mensaje claro, no me importa tu vida, no me interesa que ahora seas feliz...yo también lo soy. Y fíjate que soy de tan de avanzada, tan de este siglo, tan de la generación millennials, que hasta te dejo una carita feliz. Ese no sentir nada por una antigua pareja es poder puro, es una suave sensación en forma de latido que te recorre el cuerpo ¡Derrotaste el guayabo! ¡Eres una mujer fuerte! En ese momento chama, sabes que en esa batalla de David contra Goliat derrotaste a la bestia, porque vivir con este montón de recuerdos corroe más que la sal, y de alguna forma sentirte libre, sin ataduras, sin rencores, eso es como...como un último orgasmo que te ofrece esa persona, el último polvo como la canción de Caramelos de Cianuro, y por todo esto, ¿vale la pena enamorarse? Una y mil veces, y más yo que soy una masoquista...¿Pedimos la cuenta?

Comentarios

Entradas populares de este blog

El fin del caos (y III)

 -No creo que te sirva este pantalón. Me dijo David sosteniendo en la mano un jean de su hermana, dos tallas menor a la mía. -¿No habrá algo más? Tardó un rato más en buscar y esta vez llegó con una larga falda amarilla llena de pliegos, lazos y lentejuelas de colores, una prenda que jamás en mi vida sobria y sensata hubiera utilizado.  No hace falta acotar que este no era el momento más sensato de mi vida. Una vez más. -Pero me la tienes que regresar rápido, es la falda favorita de mi mamá. La tierna advertencia de David junto a su disposición de ayuda, me hizo callar cualquier queja inútil en una situación donde no tenía muchas salidas. Tampoco quería seguir hablando de la noche anterior, pero David me empujaba. -¿Qué le pasó a tu pantalón? ¿Le hiciste el sexo oral a esta chama? Sin él saberlo, las dos respuestas a sus preguntas tenían una relación directa.  Le conté como en sueños me dejé llevar hasta el sofá.  Observé como mi amiga abría las piernas ante mí con sus manos guiando mi

Mis demonios

Llevo veinte cervezas, pero no pararé hasta que lleguen las ganas de vomitar. Es raro porque ya debería sentirme mal, pero mi barrera se amplia más, no solo la de la bebida, este deseo de hundirme demanda más. Hago un par de llamadas plagadas de llanto, mando mensajes furiosos como loca, escribo algo en las redes sociales. Alguien, una amiga, me manda un mensaje a mi celular. -¿Estás borracha? Si sigues escribiendo, te juro que voy hasta tu casa a cortarte los dedos. -Te prometo que dejaré de escribir. - Y de beber Mawa, tienes un problema. -No tengo ningún problema. La negación. Siete días a la semana era la misma rutina, esa de arruinarme la vida y la de los demás. Beber se había convertido más que un habito, era una necesidad que me tentaba, "una más y todo será bonito" ¿Quién me hablaba? "Una más y todo se te olvidará" Llegaba el mareo, el olvido, la rabia y el vacío. -Si, tienes un problema. -No, yo lo puedo controlar. -¿Sabes que creo? Cada vez