Ir al contenido principal

Los hombres de este lado, el atropello del otro

-¡Me prenden las luces de esta verga y cédula en mano!
Todo se detuvo, la música, las manos dentro de los pantalones, los besos a escondidas, los susurros de amor, las propuestas indecentes, mientras una luz de mediodía nos dejaba a todos desnudos en esta discoteca de ambiente.
Eran las dos de la mañana y en el sitio no entraba ni un alma, pero la marea de gays, lesbianas, bisexuales, travestis, curiosos y heterosexuales hicieron espacio para un total de veinte policías.
Llegaron con la seguridad del atropello, con una cara de asco propio de una autoridad que entra a un sitio sin razón aparente, excepto con el pretexto de agarrar a unos indeseables, inmundos mariscos.
No es una exageración, lo dejaron bien claro cuando el dueño se acercó con amabilidad para calmar la situación y uno de ellos gritó.
-¡No te me acerques que debes tener sida!
Todos quedamos mudos ante tamaña grosería, pero era su forma de dejar en claro que nuestros derechos habían desaparecido en el instante en que ellos entraron por esa puerta.
-¡Rápido! ¡Los hombres se me ponen en este lado y las mujeres en este!
Como forma de sutil venganza, varios de los presentes se acercaron lo suficientemente cerca de ellos para dejar caer un chiste.
-¡Ay señor policía! No sé qué lado ponerme.
-Yo me pondré en el medio porque no soy ni uno ni otro.
-¡Dejen la marisquera que los vamos a requisar!
-¡Yo quiero que me toque el negro!
No nos cayeron a planazos porque debían entender que esos hombres de dos metros de altura, vestidos de mujer, estaban tan curtidos en violaciones que no temblaban ante un nuevo abuso.
Pero mi novia estaba temblando.
Era su primera visita a una disco de ambiente y la llevé hasta allá bajo amenazas.
Quería que se reconociera en su nueva vida, saliera de ese clóset y viera en carne propia que podía ser libre aunque sea un minuto de su vida.
Lloró antes de entrar, lloró cuando nos dejaron al descubierto.
Al principio me sentí muy mal, para luego entender que no tenía nada de que avergonzarnos y me alegró que llegara la policía con su homofobia para que sintiera en carne propia lo que siempre pasamos.
Nos quieren acorralar como un gueto, nos quieren humillar, nos quieren dejar en claro que lo nuestro debe ser clandestino, nos quieren volver invisibles.
Por eso muchos gays reaccionan con actitudes muy femeninas, por eso muchas mujeres no se callan ante lo que muchos nos quedamos mudos.
El ejemplo de la discoteca es solo un pedazo de la realidad y ante su llanto ahogado, la miré de frente.
-A ti nunca te pasaba esto cuando eras heterosexual, no tenías que sentirte perseguida, o que alguien te dijera que tenias sida por el simple hecho de querer a alguien. ¡Deja de llorar coño! Sonríe y no les des el gusto.
Dos horas después de vernos hasta los dientes, nos sacaron fuera del local para que los pocos incautos que esperaban afuera verificaran la humillación que podían sufrir.
Estábamos apretados, juntos sin poder respirar, esperando que ellos se fueran.
Cuando lo hicieron, el dueño del local dijo en voz alta.
-¡La fiesta sigue! ¿Quién quiere entrar?
Mi novia me miró
-Yo sí quiero ¿y tú?
Después de eso, nada pudo detener el amor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El momento de la despedida o hasta aquí llega esta echadera de cuentos

Yo pensé que esto iba a ser muy fácil. Acaricié muchas veces la idea de llegar a este momento porque estaba loca por cerrar este ciclo que comenzó hace mucho tiempo. Prometí despedirme en la entrada 200 pero los tiempos se fueron alargando y me tocó, como muchos otros, salir de mi país. Al llegar a Lima dejé de lado el blog porque no tenía la paciencia, las ganas y la fuerza de voluntad para seguir empujando las historias. Emigrar me sumió en una especie de depresión pasiva (si esto de verdad existe) y me quitó por mucho tiempo las ganas de escribir, pero esos cuentos son para otro momento. Comencé a escribir por acá, si no me equivoco, en el año 2013.   Lo abrí tiempo después de llegar a Puerto Ordaz luego de vivir 13 años en Maracay, donde me fui a estudiar comunicación social. Llegué a Puerto Ordaz con el corazón roto porque había dejado al amor de mi vida en esa ciudad, con la promesa de regresar juntas muy pronto. Nunca ocurrió. El blog nació como una forma de sacar toda ...

Una señal del destino (y II)

 ¿Cómo es que sigue la canción de Fonsi? Este silencio esconde demasiadas palabras. Silencio. -¿Julia? ¿Mawa? ¡Abran la puerta! Le tapo la boca a Julia en un intento inocente de tratar, con esa acción, retroceder el tiempo y salir de este encierro en un baño público de un club campestre de Maracay.  A veces los problemas me buscan con gran saña sin yo haberles hecho nada.  Le señalo a Julia con mi dedo índice en mi boca que se calle, con la otra mano le tapo la boca pero ella empieza a lamerla. ¡COÑO, Coño, coño! -¿MAWARÍ? -Voy Voy. ¿A dónde voy? ¿Qué clase de respuesta es esa? Quizás, cuando me decida abrir la puerta, podría pensar en otra mejor, algo así como, "No es lo que estás pensando", pero lo descarto. Salir con un lugar común no es la mejor manera de solucionar este malentendido, porque básicamente todo esta situación está mal, muy mal.  Empiezo a mover el pasador de la puerta tan en cámara lenta, como si estuviera desactivando una bomba de tiempo a punto de...

La mujer barbuda del circo

 Me siento como la mujer barbuda del circo, como el bebé nacido con un rabo de cerdo en el libro Cien años de Soledad de García Márquez, como Julia Roberts en la película Mujer Bonita cuando va a comprar vestida de puta a un local de alta costura, y la vendedora la mira de arriba a abajo. Una freak, una rareza, una mujer fuera de lugar en medio de esta reunión con las máximas locutoras de Puerto Ordaz.  A pesar de ser las 5:00 de la tarde, un opresivo calor en el Centro Ítalo Venezolano de Guayana derrite rápidamente el hielo de mi bebida cara y terriblemente dulce, que decidí pedir solo por seguir la manada. La verdad, ahora mismo deseo una cerveza fría, un porro y una soga para ahorcarme, en ese orden. Estoy frente a la crema de la crema en la locución de la zona, debatiendo sobre un calendario a beneficio del cáncer de mama. La idea me pareció genial cuando llegó en forma de llamado telefónico.  Tengo un programa de radio en la mañana donde no gano nada de dinero, un ...