Siempre me he resistido a los blogs.
Me parecen que son una gran responsabilidad del autor.
Claro, tú decides que poner en este espacio en blanco, pero yo no soy de las que se quedan a medias, me conozco...y muy bien.
A la primera comienzo a soltar toda mi vida, desventuras, caídas y desaciertos (que son muchas querido lector).
Debo confesar que no es la primera vez que escribo en uno.
Hace siete años, abrí un blog con el nombre de una de mis escritoras favoritas, la franco-canadiense Anais Nin.
La idea de ese diario, era dejar escapar mis lamentos por un amor no correspondido con una actriz de teatro. Hoy lo leo y me parece una locura, pero era mi agonía en ese momento. Legítima y cruda.
De esta experiencia con las letras me queda, que en mi primera entrevista de trabajo en un periódico de Guayana, mi jefe me pidió leer algo personal, y le di la dirección del blog.
Allí no había nada de periodismo, si es que el despecho, lágrimas solitarias y confesiones tengan algún valor noticioso.
No era para darlo en una entrevista de trabajo, pero lo hice.
Igual me dieron el puesto.
Se lo atribuí a que necesitaban con urgencia una periodista que hiciera en las noches la fuente de sucesos.
Yo acepté encantada, necesitaba escribir.
Me había graduado de periodista hacía ocho años y nunca había pisado una sala de redacción, así que estaba hambrienta de conocimientos. No importaba la paga, los malos tratos, los horarios, los muertos.
Esto era lo que me hacía falta.
Había recorrido un autoexilio en Maracay por más de 13 años, y regresé por dos razones: había perdido mi trabajo y no tenía como pagar la residencia.
La segunda y más dura, mi papá estaba muriendo de cáncer.
Pero ya habrá tiempo para contar eso.
Esto debe ser el comienzo de algo, de conocerme, de un libro, de un nuevo trabajo, de encontrarme conmigo misma.
Me voy a sentar cómoda, porque me voy a echar unos cuentos.
Me parecen que son una gran responsabilidad del autor.
Claro, tú decides que poner en este espacio en blanco, pero yo no soy de las que se quedan a medias, me conozco...y muy bien.
A la primera comienzo a soltar toda mi vida, desventuras, caídas y desaciertos (que son muchas querido lector).
Debo confesar que no es la primera vez que escribo en uno.
Hace siete años, abrí un blog con el nombre de una de mis escritoras favoritas, la franco-canadiense Anais Nin.
La idea de ese diario, era dejar escapar mis lamentos por un amor no correspondido con una actriz de teatro. Hoy lo leo y me parece una locura, pero era mi agonía en ese momento. Legítima y cruda.
De esta experiencia con las letras me queda, que en mi primera entrevista de trabajo en un periódico de Guayana, mi jefe me pidió leer algo personal, y le di la dirección del blog.
Allí no había nada de periodismo, si es que el despecho, lágrimas solitarias y confesiones tengan algún valor noticioso.
No era para darlo en una entrevista de trabajo, pero lo hice.
Igual me dieron el puesto.
Se lo atribuí a que necesitaban con urgencia una periodista que hiciera en las noches la fuente de sucesos.
Yo acepté encantada, necesitaba escribir.
Me había graduado de periodista hacía ocho años y nunca había pisado una sala de redacción, así que estaba hambrienta de conocimientos. No importaba la paga, los malos tratos, los horarios, los muertos.
Esto era lo que me hacía falta.
Había recorrido un autoexilio en Maracay por más de 13 años, y regresé por dos razones: había perdido mi trabajo y no tenía como pagar la residencia.
La segunda y más dura, mi papá estaba muriendo de cáncer.
Pero ya habrá tiempo para contar eso.
Esto debe ser el comienzo de algo, de conocerme, de un libro, de un nuevo trabajo, de encontrarme conmigo misma.
Me voy a sentar cómoda, porque me voy a echar unos cuentos.
Bienvenida querida... El mío es como ese blog de experimento que mencionaste. Cada fin de semana me propongo retomarlo, quizás deba abrir otro y dejar ese capítulo atrás. Ya veremos.
ResponderEliminarUn abrazo