Debajo de mis pies cristales molidos. Mis cortos pasos agrietan los rectángulos de vidrios que apuran para tragarme a un vacío inexplicable. A mi alrededor una sincronía de puertas que bailan burlándose de mi destino. Sé a dónde voy pero no encuentro la salida. Todo da vueltas y vueltas y vueltas. Suena el ¡crac! líquido del único sostén entre el piso y mi peso. Me arrodillo ante lo inevitable. Voy a morir, caeré como un juguete roto. Río para que los demás escuchen a lo lejos el eco de mis sombras. Seré de una vez por todas mi pasado y mi presente. Me liberaré de mi tortura, este es el final que he buscado siempre. Caigo, caigo profundo en la letanía de un vacío. Por fin volaré. -¿Qué coño te pasa Mawa? Mónica me observa con una carcajada clavada en la garganta. Es una gigante, una mujer con cuatro grandes extensiones simulando unos brazos gelatinosos. -Busco el baño... -¿Y qué coño haces arrodillada en el piso? -¡No te muevas que se va caer! N