-Hoy es domingo papá, son las tres de la mañana y no tengo sueño. Me sobresaltó tu respiración, es finita, calmada, me imagino que es por la morfina. ¿Sabes que es extraño? Que la morfina sea transparente, parece que te inyectaron agua, pero no, es un veneno que te aleja del dolor, pero te acerca a la muerte. No ha parado de llover desde hace dos días, las gotas golpean las ventanas de esta clínica como una premonición. ¿Qué quiere la lluvia? ¿Arrastarte hacia la nada? No la dejaré, mientras esté despierta, nadie, ni nada te alejará de mí. No quieres comer, no abres los ojos, no hablas. Te voy a obligar a vivir unos segundos más. Pero es tu dolor, ese que te deja sin respiración, mi peor enemigo. Papá, la morfina ¿por qué te calma? ¿Te acuerdas de la canción con la que me hacías dormir? ¿Y a mis hermanos? Te la voy a cantar, "duerme, duerme negrito, que tu mama está en el campo, negrito". Una canción socialista papá, de esclavos que se revelan contra los blancos, que