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Mostrando entradas de junio, 2013

Ella (Dos)

-¿Qué haces por aquí? Mi voz tenía una mezcla entre alegría y asombro. Alejandra estaba en el apartamento de nuestros amigos, sola. Había pasado más de un mes sin saber de ella. No recuerdo lo que contestó, pero me recibió con su típica sonrisa. -¿Y tu novio como está? Tiré la punta con toda la mala intención, pero me arrepentí al segundo. Me esquivó la mirada con pena, sin saber que decirme. Cambié el tema. Una hora después se estaba despidiendo de todos, pero tuve el impulso final de pedirle su número de teléfono. Lo dejé guardado, con el deseo de llamar, de mandar un mensaje. No lo hice. -Una caraja con novio. ¡Coño Mawa no fue suficiente con Virginia! -Lo sé amiga, lo sé. No voy a repetir lo mismo. -¿Me lo prometes? -¡Claro! Una semana después recibí un mensaje de Alejandra preguntando si iba a una reunión en el apartamento de nuestros amigos. Le dije que si. Ese día llegué tarde. La encontré muerta del aburrimiento, acostada en una cama. Me senté frente a ella. Me

Ella (uno)

-Mawa te presento a Alejandra...Alejandra una amiga. Cabello negrísimo y liso, ojos negros, piel canela, escote que asomaban pecas acompañadas de una sonrisa tímida. Nos dimos la mano y nos ignoramos toda la noche. A su lado estaba la novia como un guardaespalda, no se separaba de ella ni un segundo. Le pregunté a un amigo de confianza. -¿Cómo una tipa así se levanta a esa mujer tan bella? -Jajajaa, ¡Qué mala eres! Nos reuníamos en casa de una pareja de amigos en común. Yo llegaba después del gimnasio toda sudada y siempre la encontraba con la novia en el sofá, hablando muy bajo. Me gustaba, pero era incapaz de hacer lo mínimo para meterme en esa relación. Ni en ninguna otra. Pero en las fiestas era inevitable que nuestras miradas no tropezaran, intercambiábamos un par de frases que se atropellaban por la timidez. Jamás he podido entender cuando alguien está coqueteando o simplemente es muy amable. Esto se lo plantee a una amiga. -...entonces no sé Claudia pasa eso, pero la v

Los coñazos en sucesos

Me tocaba la guardia de sucesos en el periódico. Todos los periodistas nos turnábamos los fines de semana para cubrir a nuestros compañeros fijos en la fuente. Eran una vez al mes, pero a nadie le gustaba salir a las nueve de la noche en busca de un muerto, en cualquier barrio de Guayana. Yo no tenía problemas. Lo había hecho en mi trabajo anterior y conservaba ese sentimiento de aventura, ingenuidad o periodista todo terreno que no le tiene miedo a nada. Recuerdo que mi guardia era un domingo, pero una compañera me pidió el favor de cambiarlo por su sábado. Tenía un compromiso importante. Accedí. Hice una última llamada al 171 antes de irme a mi casa. -Soy otra vez la periodista. Es pa ve si tenían algo. -No, no. No ha pasado nada relevante. -¡Qué bien! Estaba colgando el teléfono, cuando la voz de la mujer me interrumpe. -¡Ah bueno! Hubo un tiroteo hace un rato y murieron una mamá y su hijo de dos años. Salimos a 120 kilómetros por horas hasta una clínica en San Félix. N