Duermo. Mi teléfono repica sin parar. Son mensajes privados a mi Twitter de un usuario desconocido. -¿Los cachos no te molestan cuando chocan con el techo? -¡Dicen que cuando los ex vuelven es porque extrañan otra cama! -¡Debes ser muy mala cama porque tu novia me sigue buscando! -¿Sabes que decía ella de ti? -Ella decía que te veías sucia. -¿Quieres pruebas de su infidelidad? -¡Las tengo todas! -Jajajajajajaja -¿Quieres fotos o capturas de conversaciones? -¡Tengo las dos! Jajajajajajaja No reacciono al momento. Dormí toda la tarde aturdida por el cansancio del trabajo, sueño que es un sueño pero para mi pesar, no es así. -¿Quién es? -Te mando la primera prueba. Me llega una imagen de unas piernas conocidas, entre ellas, sus manos tocan un perro al que muchas veces acaricié. La fotografía tiene un vago mensaje sexual. -Ahora te mando la conversación. Leo peticiones de encuentro furtivos, deseos al desnudo, motes cariñosos, frases tan íntimas que me despiertan compl