Me acomodo una vez más en el inmenso sofá, mientras trato de entender lo que él me dice desde la cocina de su apartamento. -Disculpa no escucho... -¿Cómo te gusta el café? -Como quieras... -¿Fuerte? ¿Guayoyo? ¿Con azúcar? -Guayoyo...con azúcar preferiblemente...¿Tienes azúcar? -¡Claro! ¿Por qué no tendría? Abro la boca para explicarle que en el país hay una grave crisis que no te permite conseguir alimentos indispensables, medicinas, productos de higiene personal pero decido callarme, no quiero sonar como una página de un periódico o entrar en una conversación política. Me levanto para echar un vistazo por el balcón que ofrece una vista espectacular de 180 grados de Caracas. Una nube de caos se asoma muy lejos del edificio, ruido de sirenas, bocinas de carros, mucha gente caminando en la calle. Caracas es un perfecto desastre pero ahora, en este apartamento, me siento como en otro mundo. Al llegar a la entrevista tuve que pasar a través de tres puestos de seguri