Me duele la cabeza. Pero es un dolor físico, nada de esas tonterías sicológicas. Es una puntada en el lado derecho de mi cabeza y cuando me toco, toda mi frente está cubierta por algodones. ¿Qué pasó? Creo recordar la noche anterior. El espectáculo, la risa, el llanto y la repetitiva y balbuceante frase ante mi familia. -¡Todas las mujeres de aquí son arrechas! ¡Tú eres arrecha! ¡Tú también! Después de eso el golpe y ahora, pedazos de conversaciones pasadas que se mezclan con mi presente. -Mawa, no me voy a ir sin nada. Voy a llevar la hierba encima. -¡ESTÁS LOCO? -No, ¿por qué? -¿Vas a pasar marihuana por un aeropuerto? Yo llevo un yesquero y me lo decomisan. -No va a pasar nada, tengo mis técnicas. Creo que el golpe en la cabeza fue porque la pegué contra la esquina de una mesa. -A la amiga la conectaron. -¿Qué? -La novia le cayó a golpes, Mawa. -¿La loca que se inventó un cáncer para que no la dejaran? -Esa misma. -En una semana vuelven, después sabremos de ellas