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Omar y el condón.

El liceo es la etapa más traumática que alguien pueda vivir en su vida. Lo creo firmemente.
No sabemos lo que queremos, las hormonas están alborotadas y hay presión social...mucha.
Más si estudias en un sitio como lo hice yo, que se llama Alta Vista Sur, mejor conocida como "La ratonera".
El mote le quedaba perfecto.
A los 15 años estudiaba en ese lugar y pertenecía a un grupo muy unido de mejores amigas, todas ellas con novios, menos yo.
Todos los días me metían por los ojos a un pretendiente: Omar.
Omar no estaba nada mal, solo que no teníamos nada en común, excepto en un detalle.
Me explico, a él le gustaban las mujeres y a mi también.
Pero en ese momento -y por mucho tiempo- pensaba que eso estaba muy mal. Así que Omar, era el ideal para mi.
Nos hicimos novios. Y mi estatus en el grupo subió dos escalones.
Pensé que eso iba a solucionar mis "problemas": sociales, sexuales, los que sean.
Pero el grupo es voraz y demandaba mas pruebas. Porque uno tiene que demostrar a esa edad que es adulto, que no es niño.
Así que asistía a fiestas acompañada de Omar, tomábamos, nos besábamos y mis amigas complacidas, Omar feliz y yo...bueno, no tanto.
Un día, llegó la típica conversación.
-¿Ya lo hiciste con Omar?
-Nooo, claro que no.
-Yo lo hice con fulano y es buenísimo. Duele un poco al principio, pero es rico. ¿Ya se han metido mano?
No lo había hecho.
-¡Claro!
-Guarda esto, por si acaso.
Mi amiga me pasó muy discretamente un condón.
Traté de tragar mi impresión y lo metí en el morral, como si escondiera un cadáver.
Me olvidé que tenia el bendito condón. Sabía que no lo iba a utilizar, hasta un día que mi abuela necesitaba algo y le dije que buscara en mi morral.
Pausa.
-¿Y esto?
Allí estaba mi abuela con una expresión dura, sosteniendo el condón en la mano.
Traté de usar mi voz más casual.
-Un condón.
Pausa.
-¿Qué hace esto en tu morral?
Tomé fuerzas y puse la voz de mujer grande.
-¡Ay abuela! Al menos debes estar tranquila porque me esté cuidando.
Mi etapa de adulta se borró de una cachetada.

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